La cabaña del miedo

Crítica de Lisandro Liberatto - Alta Peli

Encerrados afuera.

El primer pensamiento que se me vino a la cabeza una vez concluida La Cabaña del Miedo es: ¿por qué?. ¿Por qué hacer una remake de una película que apenas tiene 14 años? ¿Por qué hacer una remake de una película que, incluso con sus aciertos, apenas podemos catalogar como de culto? ¿Por qué hacer una remake manteniendo el mismo guión que se usó hace tan sólo una década? ¿Por qué hacer una remake, con todo el trabajo que implica filmar una película, si ni siquiera se intenta elevar el material por sobre original?. ¿Por qué?. Una y otra vez ¿por qué?.

La Cabaña del MiedoLa historia detrás de La Cabaña del Miedo es muy simple: unos jóvenes universitarios llegan hasta un remoto aposento en el bosque para divertirse teniendo sexo y bebiendo alcohol sin supervisión alguna de los mayores. Mientras, entre los habitantes de la zona, comienza a expandirse el brote de un letal virus que se alimenta de la carne humana y literalmente te come vivo. El aislamiento, lo desconocido y la paranoia de quién está contagiado y quién no, hace que el grupo se vuelva entre sí, mientras se meten en problemas con la policía y unos rednecks locales.

Cuando Gus Van Sant filmó su infame remake de Psicosis allá por el año 1998, lo hizo principalmente como un experimento. Universal no pensaba frenar sus planes de filmar una nueva versión con o sin Van Sant, y es entonces cuando el director vio allí la oportunidad de hacer algo que nunca nadie había hecho hasta entonces: filmar exactamente la misma película, cuadro por cuadro, usando el mismo guión, la misma música, pero con un elenco diferente, demostrando así que no existe una formula mágica a la hora de filmar y el resultado será diferente, de acuerdo la impronta, sensibilidad y talento de cada director.

Uno podría pensar que La Cabaña del Miedo es un experimento similar. Pero en lugar de estar a cargo del prestigioso Gus Van Sant, nos llega de la mano de un tal Travis Z, un hombre que evidentemente ni siquiera quiere asociar su apellido a esta monstruosidad, o es demasiado cool para tener uno. La cuestión es que si Travis Z quería hacer su propio experimento, llegó 18 años tarde.

Sería ilógico culpar al guión de la película por todos sus problemas, ya que Eli Roth utilizó exactamente el mismo libreto para su versión de Cabin Fever en el 2002 (aquí no pasó por los cines y se la conoció como Fiebre en la Cabaña) y el resultado fue bastante diferente. La de Roth no será una obra maestra, pero contaba su historia de forma ágil, divertida, con altas dosis de hemoglobina y con un gran trabajo de efectos prácticos de maquillaje. Aparte, llegó en un momento donde el cine de terror venía perdiendo el envión que logró con Scream en 1996, con la mayoría de los estrenos de las grandes productoras intentando copiar al clásico de Wes Craven. Así, financiada con apenas un millón de dolares y de forma independiente, Cabin Fever logró hacer treinta veces su presupuesto en la taquilla mundial. Puso a Eli Roth en el mapa y abrió las puertas de Hollywood a otras producciones de horror de bajos recursos, que comenzaron a ser adquiridas y estrenadas por las grandes compañías.

A pesar de usar el mismo guión original que Roth, y de que en lineas generales es exactamente la misma película -por momentos hasta plano por plano- Z decide no incluir muchos de los elementos cómicos de la cinta original. Sin embargo a lo largo del metraje continúan apareciendo personajes que funcionaban como comic relief (el stoner o el policía), pero esta vez despojados de cualquier tipo de comedia e interpretados por gente que se siente fuera de lugar, por lo que se terminan quedando en la mitad entre innecesarios e insoportables.

Pero si de insoportables hablamos nada se compara con el quinteto de protagonistas. Todos jóvenes desechables sin ningún rasgo distintivo o alguna cualidad que los vuelva mínimamente interesante. Hasta podríamos cambiar a los actores de personaje y daría lo mismo. Es tanto el desagrado que llegamos a sentir por ellos, que ni siquiera nos interesa si viven o mueren. De hecho, quien prefería contagiarse del virus come carne para terminar con este suplicio es el propio espectador. !Lo que sea con tal de dejar de ver esta pobre excusa de película!

Lo mejor que tiene para ofrecer La Cabaña del Miedo es todo lo relacionado al gore, sangre y efectos de maquillaje. Nada revolucionario ni muy diferente a lo visto en la película original, pero junto con la partitura musical a cargo de Kevin Riepl (quien aparentemente estuvo viendo demasiado El Resplandor) son de las pocas cosas que funcionan.

Conclusión:

La Cabaña del Miedo es innecesaria. Es también una total y completa perdida de tiempo. Nos violenta a tal punto que nos gustaría poder meternos en la película para matar con nuestras propias manos a los protagonistas y así poder seguir con nuestras vidas. No sólo creo que estamos frente a la peor película del año, tampoco dudo que estamos frente a la peor remake de la historia del cine.