La boda

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Como en Un amor inseparable ( The Big Sick), aquí también estamos ante el choque cultural y generacional entre las tradiciones de una familia paquistaní y la vida en Occidente de los más jóvenes.

Si en aquel film estábamos en los Estados Unidos y ante una comedia, aquí nos hallamos en una Bélgica gris y ante un drama familiar llevado con cautela, corrección y contención, lo que convierte a la película en un relato compacto y sólido, pero que quizá le impida aspirar a un mayor impacto emocional.

Zahira es una adolescente cuyo mundo es muy distinto al de su familia, y tiene otros anhelos que no son los de casarse por compromiso con alguien de su mismo origen. La boda sabe desarrollar su núcleo temático en las comparaciones entre la familia de Zahira y de su amiga Aurore, y sobre todo en la figura de los padres de ambas (y en el de su propio hermano, un personaje clave).

Cada quien tiene sus razones y el guionista y director belga Stephan Streker sabe armar a sus personajes sin trazos gruesos ni condenas, y por eso y por la prestancia actoral de quienes interpretan al padre de Zahira (Babak Karimi) como al padre de Aurore (Olivier Gourmet, habitué de las películas de los hermanos Dardenne) convierten en su escena juntos uno de los pasajes más memorables de este relato de tono parcialmente claustrofóbico.