La Bahía

Crítica de Diego Batlle - La Nación

La bahía: una tragicomedia negra, negrísima

La bahía es una tragicomedia negrísima y de estructura coral ambientada en un pueblo costero del norte de Francia en 1910. Aunque menos divertida que su genial miniserie P'tit Quinquin, la nueva película del director de Fuera de Satán y Camille Claudel 1915 está llena de ideas y de búsquedas estéticas y narrativas que la convierten en un trabajo en muchos pasajes fascinante.

El realizador de Entre la fe y la pasión trabajó tanto con intérpretes consagrados (Juliette Binoche, Fabrice Luchini y Valeria Bruni Tedeschi) como con no actores de rostros exóticos (la fusión de estilos no siempre funciona) para una película barroca y absurda que aborda las diferencias de clases (por un lado está una disfuncional familia burguesa y por el otro, una violenta que se gana la vida recogiendo mejillones) y trata temas extremos como el canibalismo, el incesto y una larga lista de excesos y perversiones. Además, en el lugar aparecen dos detectives que remiten claramente al Gordo y el Flaco que investigan una serie de desapariciones. El director no le tiene miedo al más extremo humor físico y, así, el voluminoso policía baja las bruscas pendientes de la zona... rodando.

Con un tono alejado por completo del naturalismo (los actores se mueven de manera grotesca y gritan con un exagerado acento propio de la época y de la zona de Lille), Dumont apuesta por un delirio que no se detiene jamás, al punto de que los personajes aparecen literalmente volando.