Kryptonita

Crítica de Laura García Lombardi - Proyector Fantasma

Kryptonita, basada en la novela homónima de Leandro Oyola, imagina que hubiese sucedido si Superman hubiera caído en el profundo conurbano en vez de en Smallville. El film se desarrolla en la noche en la que el Nafta Super (Juan Palomino) llega malherido a la guardia de un hospital junto a su banda, que está siendo buscada por la policía. El (¿único?) médico a cargo tendrá el deber de mantenerlo con vida.

Si bien no soy particularmente consumidora de este género, fui con gran entusiasmo a ver Kryptonita, celebrando que este tipo de producciones se realice a nivel local. El público del festival también estaba entusiasmado, y casi todas las funciones estaban agotadas. El trailer y los primeros 15 minutos de película prometen: desde la fotografía, el arte, el sonido y la música se logra construir con efectividad el clima que este género requiere. La irrupción de la banda del Nafta Super constituye uno de los mejores momentos de la película.

Sin embargo, es una pena que pese a todos los recursos y el calibre de la producción, la película no sostenga su interés a lo largo de toda el film. Esto se debe a un guión que es ante todo monótono. Los recursos originales que resultan cómicos al principio (ver al Flash -Diego Cremonesi- o a la Linterna Verde -Nicolás Vázquez. del conurbano diciendo “wachin” es bastante simpático, por un rato) dejan de ser sorpresivos y comienzan a volverse algo reiterativos, sobre todo porque prácticamente toda la acción recae sobre los diálogos, lo cual funciona a la perfección pero no en este género. Y como Kryptonita quiere ser eso, género, resulta extraño cómo comienza por comprender sus formas y recursos y termina ignorándolos. Si bien hay algunas escenas de acción con efectos especiales notables, no por su particular realismo sino por una clara búsqueda de una imagen de cómic que encaja a la perfección con la estética “del conurbano” que plantea la historia, la mayoría son flashbacks que poco tienen que ver con la historia central: así, quien parecería ser el protagonista, el médico interpretado por Diego Velazquez, muchas veces se transforma en un simple interlocutor de las historias del Nafta Super (otro posible protagonista, pero que se encuentra en coma).

Esto produce otro problema: el médico no hace demasiado ni compromete nada de sí mismo para salvar al Nafta Super; tampoco sabemos demasiado de él. Además, hay ciertas informaciones que son reveladas para agravar el conflicto, pero podemos ver con facilidad su artificio: “¿por qué no nos enteramos de esto antes?”, es una pregunta perfectamente válida que puede hacerse el espectador, sin encontrar respuesta. Los tiempos de la policía son también bastante extraños, y no queda demasiado claro por qué actúan o dejan de actuar de un momento a otro.

Entonces, al quedar un poco desdibujado quién es verdaderamente el protagonista, ocurre lo mismo con la historia en sí: ¿es una película sobre la redención de un médico fracasado? ¿es una película sobre el líder de una banda criminal? ¿es una interrogación sobre los límites entre el bien y el mal? Estas (y otras) posibilidades quedan abiertas, pero el film parece no decidirse por ninguna.

Si hace algunos años existía entre el público el mito de que el cine argentino se escucha mal o se ve mal o tiene ciertas deficiencias técnicas, Kryptonita (junto a otros films, dentro de los cuales incluiría a El Clan o Relatos Salvajes, por ejemplo) destruye esta idea por completo, pero nos deja con otra conclusión: no hay técnica espectacular que cubra deficiencias narrativas y, quizás, lo que más le hace falta al cine de hoy (podríamos decir en Argentina pero creo que aplica perfectamente, también, a algunas superproducciones hollywoodenses) son buenos guiones.