Jóvenes titanes en acción

Crítica de Paola Menéndez - A Sala Llena

Una para el Equipo – Los Jóvenes Titanes en acción

DC sigue cumpliendo con esa vieja premisa que establece una implacable superioridad en sus películas animadas frente a la inconsistencia de aquellas que no lo son. Esta es una historia de larga data ya que comenzó con la emisión de Batman, La serie animada (1992-1995), dirigida por Bruce Timm y Paul Dini y multipremiada por la calidad de sus guiones. Al poco tiempo, Timm dirigió junto a Eric Radomski Batman: Mask of Phantasm (1993), y así comenzó una larga cadena de títulos con momentos memorables como Wonder Woman (2009), Batman: Año uno (2010) y la genial Liga de la Justicia: La paradoja del tiempo (2013).

Los Jóvenes Titanes en acción: La película (2018) se desprende de la popular serie emitida por Cartoon Network desde 2013, la cual no está exenta de polémica. Para comprender qué se discute habría que trasladarse a 2003 y al estreno de Los Jóvenes Titanes en la época dorada de dicho canal (Johnny Bravo, Billy y Mandy, etc). Efectivamente, los actuales Jóvenes Titanes tuvieron anteriormente un paso por la pantalla chica en plena efervescencia de los ya mencionados trabajos de Timm y Dini. Esta serie de 2003 presentaba a los Titanes desde los cómics de Marv Wolfman con una estética innovadora respecto del estilo del Timmverse: había una utilización de animé en los trazos de los personajes pero también en muchos de los chistes o gags. El recurso no fue bien recibido por gran parte del público, que no estaba a gusto con la inclusión de este tipo de humor frente a la centralidad de la acción. En contraposición aparecía la química entre los personajes del equipo y los villanos característicos: Slade/Deathstroke. Esta serie finalizó en 2006 en medio de críticas y explicaciones contradictorias.

Los Jóvenes Titanes en acción nacieron gracias a bloques de cortos animados emitidos por Cartoon Network a fines de 2012. Todos esos cortos retrataban personajes de DC con estilos diferentes: stop motion, chibi, etc. El éxito de este bloque hizo que Cartoon Network planteara una suerte de Spin Off sobre los Jóvenes Titanes pero centrado en el humor y no en la acción. Así, se estrenó en 2013 con una crítica mayoritariamente negativa por parte de quienes esperaban otra cosa. En tal contexto, la película resulta una bocanada de aire fresco y una irreverencia bien planteada a toda la tradición de DC y hasta a la propia trayectoria de sus héroes. La industria del cine de superhéroes es una maquinaria imparable y para no ser un wannabe o un marginal hay que tener película propia. Esta premisa es la que obsesiona la mente del joven Robin y por la que deberá sacrificar muchas cosas, amigos incluidos. Entonces, mientras la oscuridad y la solemnidad se yerguen como el gran faro de las películas de DC, aquí reinan la burla y parodia, acompañadas por la (auto) referencialidad más rigurosa. Los personajes mantienen la química intacta, esta los habilita a detenerse en el humor más escatológico o en las acciones más valerosas. Los más chicos la pasarán genial con las ocurrencias que ya conocen y los adultos también disfrutarán de las más locas referencias.

El argumento está estructuralmente bien trazado y es la búsqueda por el reconocimiento en el fordista mundo de los superhéroes. Para tener una película, se deben cumplir ciertos mandatos bastante explícitos que podemos encontrar en el resto de los filmes de este estilo. De algún modo, la película repasa los lugares comunes que hay que visitar para estar en el paseo de la fama, con cameos a celebridades incluidos. Finalmente, resulta crucial para comprender la escena poscrédito (o para explicarla a los más pequeños) toda esta atmósfera de parodia que impregna el film y lo vuelve querible.