Joel

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Período de prueba

Carlos Sorín, director de films como La Película del Rey (1986), Eterna Sonrisa de New Jersey (Eversmile, New Jersey, 1989), Historias Mínimas (2002) y El Perro (2004), regresa en su último opus con un duro drama social sobre la adopción de un niño de nueve años de origen humilde por parte de una pareja de clase media que no ha podido engendrar hijos en una pequeña comunidad de Tierra del Fuego.

Diego (Diego Gentile), un ingeniero forestal, y Cecilia (Victoria Almeida), una profesora de piano, viven desde hace poco en la provincia más austral de Argentina y deciden adoptar un niño pequeño para completar sus vidas. A poco de anotarse son sorprendidos con la noticia del Estado provincial de que un chico de nueve años los espera y les pueden otorgar la custodia provisoria de Joel (Joel Noguera), un joven taciturno y evasivo que creció en una familia humilde, cuidado por su abuela en la localidad de San Justo, cabecera del partido de La Matanza, en la Provincia de Buenos Aires, y por su tío, que cumple una sentencia en un penal por un crimen. Rápidamente la ilusión de la pareja se trastoca en preocupación y en cuestionamientos pero la lenta adaptación comienza y tanto la pareja como el niño se encariñan poco a poco. El choque cultural entre los padres y el pequeño se extiende más allá del ámbito familiar cuando es enviado a una escuela pública como oyente para que no pierda el año y los padres de los otros niños se quejan con las autoridades escolares de las historias marginales que Joel relata, por lo que amenazan con no enviar más a sus hijos al colegio si el joven conflictivo continúa asistiendo.

Joel (2018) construye una historia sobre la adopción legal en Argentina y las salidas posibles a la marginalidad con una estética realista que raya el género documental y con buenas actuaciones que logran interpretar a personajes atribulados e indignados que toman distintas posiciones activas y pasivas sobre un tema delicado para toda la sociedad. Joel Noguera se destaca en una interpretación muy cándida y tímida que se contrapone con las actuaciones de los adultos, exhibiendo las diferencias entre los problemas que los padres ven y crean y la inocente y lúdica mirada infantil.

Con excelentes primeros planos y una gran fotografía de Iván Gierasinchuk, quien trabajó en el extraordinario film Los del Suelo (2015), el guión de Sorín indaga en las reacciones de los padres provisorios y de los habitantes del pueblo ante el niño humilde que irrumpe en la vida de la comunidad de clase media de Tierra del Fuego para exponerlos a sus miserias, sacando lo mejor y lo peor de cada uno, pero principalmente enfrentando a los adultos a su nueva condición de ser responsables por otra vida. La música de piano melancólica y lacrimosa de Nicolás Sorín añade una cuota de calidez a un opus emotivo y sensible que se basa en diálogos creíbles, planos que expresan las distancias entre los personajes y una gran reconstrucción de las peripecias institucionales y burocráticas.

Sorín logra nuevamente crear una obra sobre las contradicciones sociales, en esta oportunidad alrededor del tema de la adopción y de la asimilación del chico a una nueva vida como elemento extraño y disruptivo para la mezquina -y pobre de argumentos- mentalidad de los padres reaccionarios que creen que sustrayendo a sus hijos de la realidad lograrán educarlos para evitar los peligros que los rodean.