Jessabelle

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Maldito VHS

Habría que ver en qué momento los VHS dejaron de ser un soporte analógico y pasaron a condensar todas las maldiciones en las películas de terror. Desde Ringu (1998) hasta Las crónicas del miedo (VHS, 2012), -pasando por el film aquí criticado- que el uso del formato de video hogareño esconde más fantasmas que cumpleaños y casamientos de antaño.

En los primeros minutos de Jessabelle (2014) la protagonista embarazada parte, luego de mudarse, feliz junto a su novio a su nuevo destino. Algo inesperado ocurre y el destino –otra vez- cambia para Jessie (Sarah Snook). Retorno al pasado, reconstituir su relación con su madre fallecida y padre ausente mediante pistas que le dejaron en cintas de videocasete. Volver a empezar. Eso si, no tenía en cuenta que entre los secretos familiares hay un espíritu maligno dando vueltas y es, justo en esa casa donde se presenta.

En Jessabelle el factor sorpresa está presente siempre, uno de los méritos de la película que, si bien no es extraordinaria –mucho menos genial-, alcanza para mantener la atención del espectador y brindarle algún que otro sobresalto en la butaca.

A saber: la película comienza como un drama familiar, gira inesperadamente hacia el terror psicológico con serial killer incluido, pasa por la ya famosa casa embrujada, para coquetear con conjuros, y terminar con rituales extraños de sectas religiosas. Las vueltas de tuerca sorprenden y sobre todo por estar bien enlazadas sus ideas. Nunca es ni demasiado forzado ni demasiado ridículo aquello que pasa. Es evidente que el director, Kevin Greutert (El juego del miedo 6, El juego del miedo 7) sabe cómo manejar la tensión de la trama.

En esta mezcla de registros de terror, Greutert arma un relato guiado por la lógica policial, donde las pistas de los malditos VHS van escatimando la vital información para resolver el conflicto. En tiempos tecnológicos donde la alta definición se impone y los soportes son cada vez más pequeños, quizás la reliquia supuesta por el “videocasete” acompañado por la baja calidad de imagen y sonido, genera el ansiado temor. O tal vez sea la vieja costumbre de un cine de terror clase B de explotación con único destino al mercado del video, la horma sobre la que el terror contemporáneo se recuesta a la hora de realizar sus productos.

Como El conjuro (The conjuring, 2010), Jessabelle tiene la capacidad de capitalizar absolutamente todos los elementos de la cultura contemporánea que promueven el miedo, desde subgéneros hasta el soporte de realización. Los recicla y saca un producto acorde a las exigencias del mercado actual. Y en digital.