It (Eso)

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Entre las novelas de Stephen King, It siempre se destacó por sobre las demás. La historia de siete amigos de la infancia que se reúnen para combatir otra vez a un monstruo ancestral que regresa cada 27 años se convirtió en una epopeya sobre los miedos de la juventud, sobre los miedos de toda la vida. Y no sólo miedos de origen sobrenatural sino también los que conviven bajo el mismo techo o que uno se encuentra a la vuelta de la esquina. Los protagonistas deberán ser fuertes para no sucumbir ante la amenaza, aunque están condenados a perder su inocencia. Rasgos distintivos del libro, que también lo son del autor de Maine. Al igual que la mayoría de sus obras, It pegó el salto a un formato audiovisual; más precisamente, a la televisión. La miniserie homónima, estrenada en 1990, respeta la estructura el voluminoso texto, con idas y venidas ente el pasado y el presente, pero resulta contenida en cuanto a los elementos más duros. El principal responsable de que esta versión generara un culto propio es Tim Curry y su caracterización de Pennywise, el payaso demoníaco que perturba a los protagonistas -y a una generación entera de espectadores-, que consolidó el pánico hacia los payasos y que se ganó un lugar en la cultura pop más tenebrosa, no tan lejos de íconos como Drácula, Frankenstein, Michael Myers y Freddy Krueger.

It: Eso (It, 2017) es la segunda adaptación de la novela y la primera para el cine. En esta oportunidad, como un díptico, ya que este primer film sólo muestra a los personajes durante su juventud en el poblado de Derry, cuando conforman El Club de los Perdedores. Además de lidiar con problemas familiares y el maltrato por parte de una pandilla, son acechados por Pennywise (Bill Skarsgård), que se manifiesta en forma de payaso y de otros horrores, según el tormento personal de cada víctima. Eso conoce sus temores, y quiere enloquecerlos antes de hacerlos flotar.

La violencia contra menores de edad siempre fue un tabú en Hollywood, ya que es un factor que provoca rechazo en el público. Incluso dentro del cine de terror -campo por excelencia para hablar de cuestiones incómodas, prohibidas- todavía hay restricciones. It va lo más lejos posible al mostrar asesinatos, mutilaciones y torturas (no sólo por el lado de Pennywise), y sugiriendo, lo más posible, un abuso sexual. La primera secuencia, en la que Georgie (Jackson Robert Scott) se encuentra con Pennywise en la alcantarilla, marca el tono de lo que vendrá. Para encontrar antecedentes de largometrajes aterradores mainstream con elevado nivel de crueldad hacia chicos es preciso remitirse a El Exorcista (The Exorcist, 1973) y a dos adaptaciones de King: El Resplandor (The Shining, 1980) y Cementerio de Animales (Pet Sematary, 1989).

El principal responsable es Andy Muschietti. El cineasta argentino venía de realizar Mamá (Mama, 2013), con el padrinazgo de Guillermo del Toro; allí demuestra su capacidad para generan climas siniestros, que de a poco van devorando la cotidianidad, y si bien recurre a sustos mediante golpes de efecto (en mucho menor medida que James Wan, eso sí), también logra momentos escalofriantes usando diferentes recursos, como cuando las niñas juegan con Mamá. Todo esto, sin descuidar el drama humano que impulsa la historia. En It potencia cada uno de aquellos aspectos, consolidando lo que ya puede considerarse un estilo.

Otro logro de Muschietti es su fidelidad a la novela, en el sentido de que conserva los detalles más violentos y consigue transmitir la suficiente tensión sexual entre los chicos. El director es leal a las páginas de S.K. aún cuando aplica algunos cambios importantes: los chicos tienen 13 años en vez de 11 (para puntualizar el despertar sexual), Georgie no es dado por muerto sino que figura como uno más de los niños desaparecidos, y la relación temporal entre pasado y presente ya no es 1958-1985; ahora que ocurre en la niñez es 1989, de manera que hay una recreación de época a través de referencias cinematográficas -en el cine de Derry proyectan Batman, Arma Mortal 2 (Lethal Weapon 2) y Pesadilla 5: El Niño del Sueño (A Nightmare on Elm Street 5: The Dream Child)- y musicales (suenan temas de The Cult, XTC, The Cure y hasta New Kids on The Block para detallar la sensibilidad de uno de los Perdedores). Esta modificación de período histórico no responde a una movida nostálgica, muy común actualmente, sino a establecer una relación entre 27 años atrás y ahora. Y no sólo eso: la cultura popular de los ’80 tiene mucho de los ’50 debido a cuestiones generacionales, por lo que hay un sabor similar en ambas décadas.

Curiosamente, Muschietti y su hermana Bárbara -productora y mano derecha- no constituyen las primeras presencias argentinas en una adaptación de It: la miniserie tuvo dentro del elenco a Olivia Hussey –otrora fetiche de Franco Zeffirelli-, quien encarnaba a la esposa de uno de los antihéroes.

El verdadero corazón de la película es El Club de los Perdedores. Los siete jóvenes intérpretes y la química entre ellos permiten que uno pueda involucrase en sus desventuras. Aunque a primera vista llevan a pensar en Los Goonies (The Goonies, 1985) o en Los Exploradores (Explorers, 1985), ambas producciones de Steven Spielberg, tienen más que común con los amigos de Cuenta Conmigo (Stand by Me, 1986), al punto de que Muschietti calca una escena. Todos los caminos siempre vuelven a King. Dentro del Club se destacan Jaeden Lieberher como Bill, el sufrido hermano de Georgie, y en el rol del cómico Richie Tozier está Finn Wolfhard, quien viene de un serie que homenajea los universos de King y de Spielberg: Stranger Things.

Pero el que más despertaba expectativas era Bill Skarsgård como el flamante Pennywise. La diferencia entre su desempeño y el de Tim Curry no se limita al maquillaje y el vestuario: Skarsgård va menos por el histrionismo y la carcajada, y le otorga al personaje un aire siniestro, pero sin perder su capacidad encantadora. Cada aparición suya provoca inquietud, pavor, pero también fascinación. La dualidad de los mejores monstruos. Una caracterización que ya se ganó su propio espacio en el podio de los íconos del miedo gracias a la utilización de recursos diferentes a los de Curry (incluyendo un ojo desviado según la escena). Siguiendo con las criaturas, también se luce el español Javier Botet, que ya había sido Mamá para Muschietti y ahora le pone su raquítico cuerpo a otras encarnaciones del mal que azota al pueblo.

It es la película de terror más audaz surgida recientemente del corazón de Hollywood. No se propone ser otra Super 8 (2011), no es Spielbergiana ni siquiera en su superficie (la ecuación chicos + bicicletas no alcanza para calificar como eso): funciona como una pesadilla que no da tregua, que trasciende edades. Triunfa como adaptación, y si bien no puede esquivar las comparaciones con la novela y el telefilm, se sostiene por sí misma. Un nuevo clásico del género.

El éxito de esta película confirmó la concreción de la secuela, que mostrará a los Perdedores como adultos torturados pero valerosos. Difícil saber si repetirá el suceso, pero ya es uno de los films más esperados para todos los que estén dispuestos a flotar.