Isla de perros

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Si bien la nueva película de Wes Anderson está prácticamente protagonizada por perros, que viven en un basural, el filme animado del director de Los excéntricos Tenenbaums habla del basural en el que vivimos hoy los humanos.

No, no es Isla de perros una película de animación para chicos. O al menos no para los más pequeños. No tiene nada que ver con Coco, no está emparentada con Disney ni con Pixar.

Como en El Fantástico Señor Fox, Anderson utiliza la animación para hablar de las relaciones humanas, a partir, sí, de las relaciones caninas. Hasta con un niño.

¿Es una película tragicómica? Sí. Como lo son la mayoría de su autoría.

En un futuro no demasiado lejano, un niño japonés emprende un viaje hacia la isla del título. ¿El motivo? Desea rescatar a su perro, que ha sido enviado hasta allí, junto a otros que portan una enfermedad que los habría puesto salvajes. Allá los envió el Mayor Kabayashi. Mejor solución burocrática que relocalizarlos, no hay.

Se sabe: cuanto más lejos se tenga lo que a uno lo molesta, mejor.

Pero hay una resistencia, no canina sino humana. Los jóvenes creen que es un error confinar a los animales y, además, están seguros de que hay una cura para esa extraña enfermedad.

Anderson apeló a un grupo de talentos de voces extraordinario (si encuentran una copia subtitulada, escucharán a Bryan Cranston, Edward Norton, Frances McDormand, Scarlett Johansson, Bill Murray, Greta Gerwig, Tilda Swinton) para recrear esa comunión de personajes tan extraños como fascinantes.

Es cierto: el estilo de Anderson es muy similar al que utiliza en sus largometrajes con actores (El gran hotel Budapest), con guiños en los diálogos y gags que no parecen serlo; aquí hasta los personajes perrunos hablan a cámara. Tiene un universo propio que quienes lo siguen, lo entienden.

Pero no es que Isla de perros sea incomprensible. Sencillamente no está todo pre regurgitado, hay algunos momentos de particular violencia. Y hay unas vueltas de tuerca que se agradecen siempre, el tipo de género que sea la película.

No es una película de gueto, pero ojalá sume adeptos a la causa Anderson. No se arrepentirán si quieren ver algo distinto, original y jugado.