Isla de perros

Crítica de Emilio Guazzaroni - Cinergia

Resistencia canina

Un nuevo éxito rotundo se acerca y es traído ni más ni menos por el director estadounidense Wes Anderson. Con Isla de perros llega a las 10 películas dirigidas y cada una tiene un sello distintivo lo que las hace únicas. Si alguna vez vieron una película de él (sumamente recomendable), sabrán que la composición de cuadro es excelente. Formó su estilo propio, ubicando a los personajes u objetos de atención en el centro.

Isla de perros es la segunda película de animación por stop motion creada por el autor (la anterior fue Fantastic Mr. Fox). El stop motion es una técnica sumamente difícil para darle movimiento a objetos estáticos. Y en este film está usado a la perfección, al punto de casi no alertarlo.

La historia se narra en Japón, donde un alcalde dictador crea un plan de evacuación canina con la excusa de que contienen enfermedades mortales. Pero en realidad es un fanático de los gatos que busca la exterminación de los perros. Por esta razón decide ponerlos a todos en una isla donde solamente se usa para arrojar residuos.

Para suerte de los animales, aparece un niño llamado Atari en rescate de su mascota. A partir de allí se generará un trato muy especial con los diferentes personajes que integran la isla, donde ponen como objetivo la salvación de la especie.

Cuenta con un guion excelente que pasa de la carcajada constante a lágrimas de sentimentalismo y emoción. El desarrollo de los personajes está tan bien contado que se forma una conexión entre los protagonistas y el espectador, generando una empatía muy especial. Una comedia con tintes irónicos hilarantes y un mensaje importante sobre la protección animal.

Es realmente valioso que detrás de los perros haya voces de actores tan reconocidos como Edward Norton, Bryan Cranston o Bill Murray. Está muy bien acompañado por la música compuesta por Alexandre Desplat.

Párrafo aparte para la dirección de fotografía, que se asemeja a la perfección en cada plano, generando el ambiente necesario para la ocasión. El conocido centralismo de la imagen se hace presente, dejándonos deleitar con un largometraje de animación en stop motion difícil de superar.