Hotel infierno

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Hotel infierno: truculencia y buenas ideas

Dos hermanos adolescentes van en busca de la verdad sobre la muerte de su padre, ocurrida hace muchos años. Para ello recalan en un hotel regenteado por su madre. El silencio de esta y la falta de respuestas claras los lleva a intentar conectarse con su padre mediante una sesión de espiritismo junto a unos misteriosos huéspedes.

Pero su investigación cambia cuando al preguntar por lo ocurrido terminan viendo los horribles asesinatos ocurridos en el pasado en ese hotel, hasta descubrir que los asesinos están más cerca de lo que ellos creen. Lo que en un principio comienza como un film de terror sobrenatural que se asemeja al de una casa encantada, lentamente comienza a mutar hasta llegar a un sangriento clímax digno del cine más truculento.

Así el hotel se convierte en un personaje más, en una locación que pedía a gritos ser parte de esta historia a la que el director y guionista Marcos Palmieri logró insuflarle todos los condimentos necesarios para dejar más que satisfechos a los seguidores de este género. Hotel infierno se convierte, pues, en la mejor cara del cine artesanal que recupera el espíritu de las viejas ediciones del Buenos Aires Rojo Sangre.

María Alejandra Figueroa, Diego Sampayo, Lucía Guzmán y el resto del elenco supieron componer a esos truculentos personajes con indudable acierto, a lo que se suma un impecable equipo técnico.