Hombres de piel dura

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Jaque mate al macho de campo

En Hombres de piel dura (2019) el siempre polémico José Celestino Campusano retrata con una descarnada crudeza y sin ningún tipo de pudor una historia de abusos y manipulaciones en medio de un pueblo provinciano donde la masculinidad es puesta en jaque.

Ariel es un adolescente que fue abusado por el cura del pueblo con quien mantiene una relación. Cansado de la manipulación y el dominio que sufre decide darle un final a la situación para comenzar un derrotero experimental con otros “hombres” del pueblo. Así Ariel se irá sumergiendo en un laberinto donde el sexo y el deseo se entrelazan con los tabúes y secretos que envuelven a esos hombres de piel dura.

Campusano ya había abordado el universo gay en Vil Romance, la provocativa película que compitió en 2009 en la sección oficial del Festival de Cine de Mar del Plata provocando reacciones contrariadas. En esa oportunidad se sumergía en el conurbano bonaerense donde un joven entablaba una relación con un mayor de actitudes violentas. Ahora se traslada a la zona rural para abordar el tema de la homosexualidad entre aquellos que a priori derrochan masculinidad, sacando a la luz temas y conflictos tabúes. Pero Campusano va más allá y pone toda la carne sobre el asador exponiendo también la pedofilia religiosa y el silencio tácito que se esconde tras de ella.

Hombres de piel dura sigue la línea estética e ideológica que el director de Fango (2012) y Fantasmas de la ruta (2013) ha ido desarrollando a lo largo de su vasta obra. Hoy ya considerado uno de los cineastas más audaces y arriesgados del cine argentino que no tranza con el sistema y se aleja de todos los cánones que lo rigen.