Hitman: Agente 47

Crítica de Hernán Khatchadourian - Diario Popular

Acción por encargo

Una nueva versión fílmica del clásico videogame trae otra vez a la pantalla al asesino del código de barras en la nuca, más frío que nunca a la hora de ir al trabajo.

Es cada vez más frecuente en Hollywood el caso de las las llamadas "remakes" o "reboteos" (reinicios) de franquicias fílmicas que, por alguna razón específica, no funcionaron o se interrumpieron en el pasado.
Películas como Hulk, El Hombre Increíble (2008), El Sorprendente Hombre Araña (2012) y El Hombre de Acero (2013) son algunos ejemplos de que para Hollywood, cinco o siete años bastan para dejar atrás malas experiencias e intentar de nuevo.
Claro, hay muchos millones de dólares en juego, muchos de ellos utilizados para adquirir licencias de novelas, comics, series de TV o, como ocurre con Hitman Agente 47, en un videojuego.

Este personaje, basado en una serie de cinco videojuegos creados por Eidos Interactive, ya tuvo una versión fílmica protagonizada por el actor Timothy Olyphant y dirigida por Xavier Gens que se estrenó en 2007 y pasó sin pena ni gloria por los cines del mundo.
De todas maneras, no es extraño que el filme haya sufrido ese destino ya que la mayoría de las películas basadas en "fichines" –salvo honrosas excepciones como Mortal Kombat y Tomb Raider- han tenido destinos poco menos que funestos en las salas. Pero el empeño y el ansia de dólares de los productores siempre prevalece...
Hete aquí entonces que todo lo visto sobre el personaje en el primer filme vuelve a foja cero y de esta manera el asesino del código de barras en la nuca regresa a las andadas sin respetar las leyes de la sociedad ni las de la física.
En esta ocasión, el británico Rupert Friend es el encargado de insuflarle vida (se podría decir que más bien movilidad) al Hitman del título que en esta ocasión es presentado como el Terminator de la película original, que busca a la coprotagonista durante medio film para eliminarla.
El objetivo del Agente 47 es encontrar al Doctor Litvenko, el científico que creó el programa del asesino perfecto al que él pertenece y es Katia (Hannah Ware) la única que puede llevarlo a él; pero ella está bien protegida por John, un agente enviado por una agencia desconocida.

El filme rebosa de acción por los cuatro costados de la pantalla y no suelen pasar más de 4 o 5 minutos de diálogos entre cada escena de persecución, tiroteo o peleas. Estas escenas a veces son tan trepidantes que el espectador no llega a preguntarse la causa por la cual todos los involucrados en un mano a mano convergen en un taller donde se está construyendo una turbina de avión o porqué las decenas de autos inmóviles que ocupan la calle donde se desarrolla un tiroteo son del mismo modelo y están todos pintados con los colores primarios solamente.
No está claro si este tipo de elementos fueron incluidos por el director debutante Alexander Bach como una referencia directa a los videojuegos, donde estos elementos y situaciones predominan, o si es un pifie.
En definitiva, Hitman no es una película que vaya a trascender en el ámbito de la cinematografía mundial ni mucho menor sino una de esas que mantienen caliente el motor de la maquinaria de Hollywood y que no es otra cosa que una colección de escenas de acción bien coreografiadas, hilvanadas entre sí por un relato mínimamente coherente (dentro de lo que la fantasía de la historia propone, por supuesto), una damisela en desgracia (siempre bella ella) y un calvo protagonista, algo que parece haberse convertido en un cánon dentro del género tras el paso de astros como Bruce Willis y Jason Statham, entre otros.
En resumen, Hitman puede funcionar como un excelente divertimento si no tiene idea idea de qué va a ir a ver al cine o tiene una hora y media libre hasta que deba ir a buscar a su hijo al colegio.