Hipersomnia

Crítica de Horacio Bernades - Página 12

Realidades paralelas y pesadillas tangibles.

Tras el paso en falso del debut con Naturaleza muerta, definida como “thriller vegano” (2014), el realizador Gabriel Grieco ajusta la puntería con Hipersomnia, donde cuenta con la ayuda en el guion de Sebastián Rotstein, coguionista y correalizador de la reciente Terror 5. La idea sobre la que trabaja este opus 2 de Grieco es la de las realidades paralelas, o la de las pesadillas demasiado vívidas –o las alucinaciones–, o la del doble. La abundancia de disyunciones no habla de un cualunquismo de guion sino de una ambigüedad bien manejada, en la que termina por no importar demasiado qué entidad tiene esa realidad otra en la que la protagonista ingresa cada vez con mayor frecuencia, sino lo que pasa ahí dentro. Que no se parece a un paraíso, sino más bien a lo contrario.

“¿Sabés cómo elegía Godard a sus actores?”, le dice el director de teatro Federico del Pino (Gerardo Romano) a la principiante Milena (Yamila Saud). “Los citaba en un bar, se sentaba en una mesa donde no podían verlo y los observaba, para ver cómo actuaban en la vida corriente.” Un par de minutos más tarde se retira y llega una chica (Sofía Gala), que le tira a Milena toda clase de ondas. Y no de palabra. El clásico tema de la manipulación de la actriz principiante por parte del director veterano pronto va a ceder el centro de la escena, cuando Milena despierte en un tugurio oscuro, no del todo igual a sí misma pero no del todo distinta, rodeada de un grupo de chicas vestidas con poco más que lencería y visitada por varios pesados de sórdido aspecto. En un primer momento cabe la posibilidad de que esto sea parte de un ejercicio teatral extremo urdido por Del Pino. Cuando los golpes dejan paso a un sádico torturador enmascarado, queda claro que no.

Con Nazareno Casero como el novio de Milena, Gustavo Garzón como un compañero de actuación no muy conforme con su nueva partenaire, Jimena Barón, Vanesa González, Candela Vetrano y Florencia Torrente como pupilas del prostíbulo, Daniel Valenzuela y el genial Chucho Fernández como los pesados, un eficaz Peter Lanzani como el “malo bueno” del lugar, una convincente Fabi Cantilo como madama y varios cameos de músicos de rock & pop (Juliana Gattas, Claudia Puyó, Daniela Herrero), las actuaciones de Hipersomnia son desparejas, pero las buenas pagan por las que no tanto. El verosímil está muy bien construido, cuando pudo haberse caído a pedazos. La idea de convertir súbitamente a las chicas en guerreras implacables, en cambio, tanto como la de ligar la película con la temática del secuestro y tráfico de personas en la Argentina suenan inconfundiblemente marketineras.