Hipersomnia

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Terror adicional en torno a las víctimas de trata

En Hipersomnia, el director Gabriel Grieco explora en el drama de las víctimas de trata. Pese a las buenas intenciones, el juego onírico del planteo narrativo termina por frivolizar el tema.

Gabriel Grieco propone una película en la que mezcla el ejercicio en torno a las fórmulas del género de terror/gore, con un juego psicologista, para desembocar en una denuncia social.

Hipersomnia expone las alucinaciones de Milena (Yamila Saud), una aspirante a actriz que sufre momentos de ausencia que la conectan con otro espacio. El lugar es un infierno en el que han quedado atrapadas un grupo de chicas, condenadas a ejercer la prostitución, bajo el yugo de una organización cruel.

Sexo, sangre y tortura son los ingredientes de las imágenes expuestas con detenimiento y pericia fotográfica. Peter Lanzani integra el grupo de malvados, en el rol del muchacho que se conduele de las víctimas. El actor encara las escenas con el toque de desvalimiento requerido, aunque el conjunto está fuertemente señalado por la convención y el abc del género. El malo, malo será.

Además de la pesadilla en la que el director intercala la vida cotidiana de Milena, psicólogo incluido, con el registro del horror, el guion va tomando un camino impredecible. El ejercicio de estilo y el tratamiento de lo siniestro chocan con el tema que Grieco expone como en viñetas de cómic para adultos de estómago resistente.
El tema de la trata de mujeres en el mundo es un drama, una de las peores caras del crimen organizado. Más allá de las buenas intenciones del director (no es este el lugar para indagar y evaluar motivaciones previas a la película), el formato, el juego onírico y la exacerbación de la imagen son aspectos que frivolizan el tema.

Ficcionalizar un drama social, como es la violencia extrema ejercida contra las mujeres, exige otras herramientas. La cuestión es tan delicada que los personajes de maqueta conspiran contra cualquier señalamiento en torno a la práctica aberrante.

Gerardo Romano en el rol del director de cine funciona en un plano, el del director de teatro, que Grieco luego abandona, como si la obra que Milena ensaya disparara una percepción inexplicable. Jimena Barón, como una de las chicas maltratadas, disputa el protagónico, aun cuando el tono de la película no supera el estereotipo.

Hipersomnia es un trago amargo en el que los amantes del terror encontrarán demasiada realidad y conflictos reconocibles, mientras que los espectadores sensibles a los temas sociales no podrán cruzar el umbral de la empatía con las víctimas, a causa del tratamiento elegido por Grieco.