Hijos nuestros

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Por un gol en el alargue

El fútbol es la ley de la selva, dice Hugo, un taxista gruñón, con sobrepeso y una pasión: la redonda. Hincha de San Lorenzo, el tipo respira fútbol tanto como frustraciones. Y aunque el equipo de sus amores le regala alegrías en lo deportivo, eso no alcanza para que en su cara se le dibuje una sonrisa. En medio del hastío de su trabajo, un día conoce a una pasajera que le mueve algo: Silvia. Ella es separada, le interesa el budismo y hace viandas todo el día para sobrevivir y que no le falte nada a su hijo. Es en ese pibe donde Hugo encuentra un espejo donde reflejarse. Un espejo que le devuelve una imagen soñada de su adolescencia, pero también le remueve ese camino trunco que tuvo en su época de futbolista profesional. Los directores Juan Fernández Gebauer y Nicolás Suárez lograron ingeniosos momentos de humor basados en la imaginación del personaje, que logran desdramatizar el derrotero de Hugo, otra gran composición de Carlos Portaluppi. Ana Katz, como Silvia, da el tono justo de su rol, y aporta su frescura expresiva, sobre todo en los diálogos con Hugo. El amor es una figura omnipresente, pero corrido del centro de la escena. Los dos buscan una compañía, pero no necesariamente una pareja. El final, sin moño, muestra que tanto en el fútbol como en la vida, siempre hay revancha.