Hellboy

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Difícil la vida de un antihéroe como Hellboy. No porque deba pasarse la existencia destrozando rivales y recibiendo palizas de gigantes, sino porque, existencialmente, en esta versión de Hellboy el protagonista averigua secretos de su pasado que habrá que ver si los sobrelleva.

Y ni qué hablar del público adicto a los filmes de horror/violencia.

Con sus cuernos limados, su brazo derecho como una masa, su aspecto horrendo, piel roja, uñas pintadas y fuerza, sí, bruta, Hellboy el personaje está del lado de los buenos aunque su origen no sea precisamente un santito.

Porque este Hellboy, que viene años después de las dos películas rodadas por Guillermo del Toro (a posterior director de la ganadora del Oscar La forma del agua) es -en apariencia- hijo de un demonio y un nazi que lo invoca, pero lo cría el profesor Broom (Ian McShane, antes era el fallecido John Hurt) y tendrá que vérselas con una bruja mala, muy mala, la Reina de la sangre, quien fue cortada en pedazos por Arturo en el pasado, diseminada en seis cofres y hay quien desea reunir las partes.

Así la Reina de la sangre (Milla Jovovich) podría eliminar a la humanidad, de la misma manera que quiso expandir una plaga sobre Inglaterra. Y está Alice, una adolescente medium a la que Hellboy salvó la vida de niña, que sufre de migraña psíquica, una extrañeza más en el cambalache cinematográfico que está en la pantalla.

Ah, Hellboy también es una catarata de despedazamientos, mucha sangre, humor y violencia gráfica.

Con la leyenda de Excalibur en una mano y toda la parafernalia de acción a la que se le pueda aprovechar en la otra, la película abandona pronto las explicaciones para dedicarse a lo que se ha pagado por ver: un entretenimiento, brutal, en el que las peleas con monstruos, gigantes y un cerdo, amén de la restituida reina y bruja, son su razón de ser.

David Harbour, que reemplaza a Ron Perlman y que interpreta a Jim Hopper en Stranger Things, está irreconocible debajo de tantas prótesis y maquillaje.

Si le hace honor o no a las películas que la precedieron lo decidirán los fans.

Y prepárense a ver cosas que no se incluyen en una visita guiada a la catedral de San Pablo.