Hellboy

Crítica de Guillo Teg - El rincón del cinéfilo

Ya que estamos en tren de conocernos un poco más, soltamos algunos trapitos al sol. Vea. El editor anduvo un rato por el éter, “vagando por la galaxia” como definía aquella gran vedette de la troupé del Negro Olmedo cuando se refería al personaje del “Manosanta”. Ahora anda vivito, coleando y haciendo diabluras sin ningún escrúpulo a aquellos que de vez en cuando hacemos algún comentario escrito sobre los estrenos cinematográficos vernáculos. Como ocurría en las viejas redacciones de antaño, esas oficinas cuya banda de sonido constante era la percusión involuntaria provocada por el repiquetear de las máquinas de escribir (incluso las de algunos privilegiados que tenían la eléctrica), el señor delega a dedo a quién le corresponde tal o cual prosa crítica supuestamente en una postura ecuánime. Mentira. Y para colmo, luego del escándalo de las calificaciones de “A dos metros de ti” versus After: Aquí empieza todo, mi ex amigo profundiza la grieta con su calificación de Viviendo con el enemigo. Ya no le dirijo la palabra, pero si se queja de After es porque no vio Hellboy. Perdón por la intromisión de otros títulos pero la verdad sea dicha. Hay favoritismo en esta página de cinéfilos.

Para empezar. Cualquier intención de reiniciar una saga debería tener al menos es objetivo de ofrecer miradas distintas de lo hecho hasta el momento, además claro, de divertirse haciendo lo que a uno le gusta. Seguramente pocos recordarán, a la luz de lo sucedido en su carrera en esta década, que Guillermo del Toro fue quien se hizo cargo de Hellboy dos veces en la década pasada. 2004 y 2008. Una mejor que la otra en todos los aspectos analizables: guión, dirección, producción, es decir, el mexicano lograba superarse a sí mismo, confiando además en un casting soberbio que incluía al actor de culto, Ron Perlman (pura actitud durante toda su carrera) en el rol principal, pese a estar tapado de maquillaje. Es más, en este rubro en particular fue la segunda entrega la que mereció nominación al Oscar.

Cuando los fanáticos terminen de ver esta nueva entrega seguramente quedarán más preguntas que respuestas ya que la inicial (no respondida) permanecerá vigente horas después de finalizada la proyección: ¿Qué demonios quisieron hacer?

El interés primario en Hellboy, reside en atender, entender y aprehender las complejidades de este personaje. Luego se trata de empatizar con las características propias del antihéroe para poder mantener al espectador pendiente. Pero en esta versión la mediocre construcción del personaje principal se reduce a mostrar caóticamente y en compaginación mezclada, cómo llegó ahí y supuestamente, por qué hace lo que hace.

Si nos tomamos el tiempo para resumir la trama escrita por Andrew Cosby y Mike Mignola estaríamos haciendo trampa porque este producto es, desde el punto de vista del guión, un despropósito de capas de historias paralelas, un gran cúmulo información entregada de manera arbitraria, desordenada y como guinda del postre, un texto con dos ideas que se pelean entre sí en lugar de convivir: el protagonista descubriendo quién es realmente y un caso raro de venganza contra la humanidad.

La introducción le corresponde al villano. O villana mejor dicho porque siglos atrás la reina Nimue (Milla Jovovich) es despedazada en batalla por el Rey Arturo (¿?) y puesta en cajitas separadas para que nunca más se le ocurra reconstruirse. Corte al presente y ahí anda Hellboy (David Harbour) como miembro de un comité de fenómenos y que eventualmente enfrentará a Nimue. Dicho así parece simple, pero créame que estamos lejos de una narración así.

El otro problema de este estreno es la factura técnica. Se notan las costuras por todos lados y al ser tan evidentes, uno no puede dejar de pensar si no podrían haber resuelto con menos pretenciosidad. Además, el supuesto toque personal de este relanzamiento es llevarlo al plano de la violencia gráfica acompañada con un lenguaje que haría sonrojar a Domingo Faustino Sarmiento. Todo se ve desbalanceado, desprolijo, casi aleatorio. Como si hubiese habido un exceso de confianza en el poder de convocatoria del personaje. Claro que todo queda abierto para seguirla aunque es difícil pensar que alguien querrá volver al cine a ver otra aventura tan mal contada.