La amante

Crítica de Carolina Taffoni - La Capital

El cine africano es prácticamente desconocido en nuestro país, y que se estrene en Rosario una película con producción de Túnez, Francia y Bélgica ya es un motivo de festejo. "La amante" llega con buenos pergaminos: ganó el premio a mejor ópera prima y a mejor actor en el Festival de Berlín en 2016, y además está coproducida por los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne, directores de joyas como "La promesa", "El silencio de Lorna" o "Dos días, una noche". La película del joven guionista y director tunecino Mohamed Ben Attia se centra en Hedi, un veinteañero tímido y reservado que vive bajo la sombra de una madre autoritaria y trabaja como vendedor en una concesionaria de Peugeot. Hedi se está por casar con una joven a la que apenas conoce, en un matrimonio arreglado por las familias de los novios de acuerdo al ritual musulmán. Pero su destino cambia cuando, en un viaje por trabajo, conoce a Rym, una mujer de 30 años encantadora y liberal que trabaja bailando para los turistas en el hotel donde él se hospeda. A través de la relación con Rym, Hedi empieza a experimentar una sensación de libertad que no tiene nada que ver con la vida gris que lo asfixiaba. "La amante" plantea temas universales (la tensión entre la tradición y la libertad, por ejemplo) con un estilo bastante convencional, pero el director nos mantiene siempre expectantes, a través de pequeños detalles, sobre los dilemas que van estallando silenciosamente en el interior del protagonista. Ese universo privado se manifiesta con gran sensibilidad, y es el mayor encanto de la película. El punto flojo es la falta de atención al contexto político. Sólo en un diálogo se menciona la revolución tunecina de 2010/2011, aunque la desintegración de la Primavera Arabe está flotando en el aire.