Green Book: una amistad sin fronteras

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Green Book es la obra más seria y madura que brindó la filmografía de Peter Farrelly.

Un director asociado con la comedia escatológica y los personajes absurdos que presentó en Tonto y Retonto,  Loco por Mary, Los tres chiflados y la horrenda  Proyecto 43.

Su nueva producción está basada en hechos reales y se centra en la historia de amistad entre el pianista y compositor de jazz Don Shirley y su chofer italoamericano Frank Vallelonga, interpretados por Mahershala Ali ( Moonlight)  y Viggo Mortensen respectivamente. 

El caso de Vallelonga es interesante porque luego se convirtió en un actor que hoy es recordado por su labor en la serie Los Sopranos, como el mafioso Carmine Lupertazzi.

Este hombre tuvo además la experiencia de trabajar en tres filmes memorables del género gánster como El padrino, Goodfellas y Donnie  Brasco.

Pertenece a esa clase de actores que tal vez uno no recuerda el nombre pero reconoce su cara enseguida por su labor en estos clásicos de Hollywood.

Por toda la aclamación de los críticos y los premios que viene cosechando en los últimos meses, el film de Farrelly generó una enorme expectativa que lamentablemente se desinfla enseguida en el cine.

Todos los elogios exagerados hacia Green Book provienen más de la corrección política norteamericana por recomendar una historia a favor de la tolerancia racial que por su contenido artístico real.

La interacción entre los dos protagonistas es muy atractiva y logran que la historia sea amena, sin embargo, no deja de ser un film predecible plagado de estereotipos que se vieron centenares de veces en Hollywood.

Farrelly no es precisamente sutil ni profundo a la hora de abordar los conflictos raciales en la década de 1960 y todo lo que te imaginás que puede suceder con los personajes después ocurre en la pantalla porque el argumento es extremadamente predecible.

Mortensen, en el rol más sobreactuado de su carrera, aporta alguna dosis de humor y su labor se potencia con la buena química que tiene con Ali, cuya interpretación es más moderada.

Hay características de su personaje que no cierran demasiado, como el hecho que un músico negro prestigioso desconociera la existencia de Aretha Franklin y Little Richard, quienes ya eran leyendas en los años  ´60, pero son detalles que tampoco arruinan su labor.

 El tema con Green Book es que más allá de la simplificación que presenta sobre el racismo no ofrece ninguna perspectiva interesante que no se haya visto en otras películas, como The Help, Crash y la referencia más obvia, Conduciendo a Miss Daisy.

 Se trata de esa clase de producciones que queda bien resaltar en los medios durante una temporada de premios de Hollywood pero después se olvidan con facilidad.

La trama al menos consigue ser entretenida aunque es recomendable moderar considerablemente las expectativas si eligen verla en el cine.