Green Book: una amistad sin fronteras

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Es una película en tono de comedia, con momentos francamente divertidos que toca de manera penetrante y dolorosa el tema del racismo en los años 60 en EEUU. Recordemos que al final de esa década recién los afroamericanos pudieron estar en pie de igualdad con los blancos. Hasta ese entonces soportaban la humillación de usar baños diferentes, lugares distintos en transportes, hoteles y restoranes separados y en algunos lugares no podían transitar libremente al caer el sol. En ese contexto una guía “The negro motorista green book” al que hace referencia el titulo, era imprescindible para evitar violencia y cárcel en los estados  racistas.  Y lo que se cuenta, con libertades, es la historia de un virtuoso de la música, un niño prodigio, que estudio en Leningrado, hablaba varios idiomas, tenia tres doctorados, Don Shirley. Para una gira por el sur segregacionista,  contrató a un patovica ítaloamericano blanco como chofer y guardaespaldas, Frank Anthony Vallelonga, conocido por Tony Lip. Una suerte de “Conduciendo a Miss Dasy” pero al revés. Con este material debuta como director en drama, Peter Farrely (siempre con su hermano Bobby transitó la comedia como en “Loco por Mary” o Tonto y retonto”)  y escribió el guión con Brian Currie y Nick Vallelonga (el hijo de  Tony) Este material tiene todo lo que se sabe encantará al público, la unión de una “pareja despareja” que encontrará el camino de la amistad y también de la redención. El músico talentoso y reconocido, refinado pero tremendamente solo, sin identificación con su raza y su música. El buscavidas popular, racista, conocedor de los mafiosos, pero inteligente y perceptivo. Para los dos el viaje que dura dos meses será fundamental en sus vidas. El terrible azote  del odio racial no se disimula nunca. Pero también abundan, para equilibrar, los pasos de comedia y el humor sabiamente dosificados. Y lo mejor que tiene el film es esa dupla de adorables actores. Entre el “engordado” Viggo Mortensen, dotado para la comedia que adquirió a la perfección el toque italiano, terriblemente simpático y entrador, pero  que también sabe que puede abrirse paso con sus puños y su arma. (En la vida real Tony Lip trabajo como extra en “El padrino” y tuvo papeles en “Buenos Muchachos” y “Los Sopranos”). Y en contraposición el refinado personaje que hace Ali Mahershala, lleno de sutilezas y contención que ya le ha valido varios premios. El filme que tiene cinco nominaciones a los premios Oscar, incluídos los dos actores, lo tiene todo para entretener y emocionar. Es redondo en su previsible recorrido, honesto y también convencional. Pero realmente bien hecho.