Gloria

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

La vida empieza cerca de los 60

En la primera escena y en el final de Gloria la protagonista baila junto a gente parecida a ella dejando cualquier prejuicio de lado. Y así, entre tropezones y momentos felices, el film recorrerá los tramos más tristes y alegres de la vida de Gloria, una mujer separada, con hijos mayores y una relación de pareja que parece encaminada, por lo menos, en el tema sexual. Pero el pasaje no es fácil cuando se trata de un hombre casado, que no se anima a divorciarse definitivamente de su esposa y con hijos de por medio. Gloria, la película del chileno Sebastián Lelio (El año del tigre; La sagrada familia) tiene más de dos años desde aquellas primeras exhibiciones en festivales clase A, pero esto poco importa: un estreno así, aun con su atraso, será siempre bienvenido. Es que Lelio construye un personaje fantástico desde la autoexigente composición de Paulina García, ya que el director, siguiendo con la cámara a su protagonista, emplea todos los recursos de un realismo cinematográfico que juega en los bordes de un naturalismo sin retorno. Pero el guión, la delicadeza de un montaje casi invisible y las idas y vueltas que se narran en relación a Gloria y su familia, su trabajo, su nueva pareja y su soledad a cuestas, disimulada con el afán por la coquetería y por tener sexo y vivirlo como una adolescente, se apropian de una historia que se aleja, por suerte, de lugares comunes y escenas convalidadas por la corrección política. Justamente, una escena clave de la película es aquella en que el personaje retorna al hotel de los sueños, luego de una noche para olvidar, sin plata encima y con varias horas pendientes de sueño. Pero más tarde la inserción de la música omitirá cualquier decisión atroz por parte de la protagonista, tal como ocurría en el clásico Las noches de Cabiria (1957) de Federico Fellini, con Giulietta Massina "salvada" por la banda de sonido de Nino Rota.
Y será el pegadizo tema musical cantado por Umberto Tozzi, el que rescate al cuerpo y a la sonrisa de Gloria, originales e imborrables en esta clase de historias. Como la magistral interpretación de Paulina García, premiada en varios festivales por el papel. Gloria sería otra película, ni mejor ni peor pero muy distinta sin la presencia de semejante actriz.