Gauguin: viaje a Tahiti

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Espíritu salvaje

En su segundo largometraje, Edouard Deluc, responsable de Mariage à Mendoza (2012), se adentra en las sinuosas, eclécticas y talentosas aguas de la vida del extraordinario pintor postimpresionista francés Paul Gauguin. La película es un retrato del período en que Gauguin se estableció por primera vez en Tahití para escapar de la vida artificial y convencional de Europa con la finalidad de encontrar motivaciones, escenarios naturales e inspiración para su obra en la vida idealizada de la polinesia francesa.

La falta de éxito de sus obras en Francia y una profunda necesidad de regresar a un estado más puro impulsa a Gauguin a radicarse en Tahití, colonia francesa a fines del Siglo XIX. Una vez allí emprende un peligroso viaje adentrándose en la isla para encontrar paisajes y motivos y descubre a una tribu que le ofrece a una adolescente, Tehura, como esposa. La joven le imbuye la inspiración que el pintor buscaba, lo aleja de su soledad y le hace olvidar por un momento de la pobreza de la que no puede sustraerse y de la enfermedad que lo aqueja. Así comienzan a nacer algunas de las mejores obras del pintor simbolista y sintetista, hoy expuestas en los museos más importantes del mundo.

A partir de uno de los viajes más importantes en la vida de Gauguin, Deluc explora uno de los episodios artísticos que marcaron la transformación paulatina durante el Siglo XIX del estatuto del arte pictórico y sus estructuras consagratorias de baluarte de un orden estético a vanguardia rebelde romántica con pretensión revolucionaria respecto de los valores morales, políticos y visuales de la sociedad.

El guión, escrito por el propio Deluc junto a Etienne Comar, Thomas Lilti y Sarah Kaminsky, está construido a partir de Noa Noa, el diario de viaje que Gauguin publicó en una revista francesa a fines del Siglo XIX sobre su periplo por Tahití, que unos años después se convirtió en un libro que incluyó algunos grabados en madera y poemas de Charles Morice. Hoy el libro es considerado, por gran parte de los especialistas en la obra del pintor, un producto de la imaginación y el plagio en lugar de una narración verídica de los acontecimientos de la vida del autor.

Con una música de cuerdas, en la que predominan los violines cálidos pero lánguidos, compuesta por Warren Ellis, responsable de la banda sonora de Sin Nada que Perder (Hell or High Water, 2016) y Viento Salvaje (Wind River, 2017), el film construye un tono parsimonioso y severo a partir del espíritu salvaje e impetuoso -pero enfocado en el arte- de Gauguin. Vincent Cassel se destaca con una actuación brillante, componiendo una personalidad irascible, solitaria y obsesionada por la creación de una obra única. Un punto muy alto de la película es la fotografía de Pierre Cottereau, que hace hincapié en los hermosos paisajes agrestes de Tahití y en los gestos de la gran interpretación de Cassel.

Gauguin: Viaje a Tahití (Gauguin: Voyage de Tahiti, 2017) refleja los anhelos y las obsesiones pastorales de uno de los pintores más importantes y creativos de la pintura moderna para transportar al espectador a una era en la que el propósito transformador del arte pretendía derrotar al cinismo hedonista de una burguesía que imponía sus valores a través del capital. El film de Deduc cuestiona así el carácter de mercancía de la obra de arte para situarlo en el ámbito de la experiencia rebelde, expresando su potencial revolucionario pero también sus contradicciones.