Fragmentos rebelados

Crítica de Paula Vazquez Prieto - La Nación

Fragmentos rebelados realiza un doble movimiento hacia el pasado. El primero hacia el pasado argentino de los 60 y 70 a partir de la figura de Enrique Juárez, cineasta militante y dirigente gremial de Luz y Fuerza, miembro de la Juventud de Trabajadores Peronistas y asesinado por la dictadura en diciembre de 1976. El segundo hacia el pasado de la misma obra, filmada en 2009 y estrenada casi diez años después, con los rostros jóvenes de algunos entrevistados, con una mirada retrospectiva sobre su propia arqueología de la Historia.
Blaustein logra una película precisa y equilibrada, que gana concisión cuando se afirma en la figura de Juárez, en su identidad indeleble de militante y director de cine, en sus obras inacabadas descubiertas por amigos y familiares cercanos. Las palabras cargadas de recuerdos se cruzan así con las latas oxidadas, y la moviola se convierte en una máquina del tiempo en la que el cine se mira a sí mismo, su poder como testimonio, su permanencia como legado.

Blaustein no aparece y sin embargo su película es más personal que nunca, allí está la cinefilia del Dilecto y de Núcleo, los relatos de Humberto Ríos y Martínez Suárez, las controversias sobre Montoneros, y la condición entre proletario e intelectual de Juárez. Fragmentos rebelados adquiere su potencia en esas contradicciones, entre lo soñado y lo hecho, en la lucidez de repensar el cine y la política sin sacrificar verdad ni sobreactuar méritos.