Fragmentos rebelados

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

David “Coco” Blaustein ha mezclado cine y política en todos sus trabajos audiovisuales. Basta recordar que sus documentales más reconocidos, Cazadores de utopías (1996) y Botín de guerra (2000), fueron ambos sobre la militancia de los años ’70. A esa época –y un poco más atrás– vuelve en Fragmentos rebelados.

Rodado a principios de la década pasada y cajoneado durante años por distintas obligaciones de Blaustein, el documental se propone indagar en la figura de Enrique Juárez, un reputado dirigente sindical e integrante de Montoneros que, además, incursionó en el cine antes de su desaparición en manos de la dictadura en diciembre de 1976.

Blaustein entrevista a familiares (entre ellos su hermano Nemesio, también realizador), compañeros de militancia y también realizadores del Grupo Cine Liberación que compartieron proyectos con Juárez entre fines de los ’60 y principios de los ’70. Esos testimonios y un cuantioso material de archivo (ya visto e inédito) conforman el núcleo duro del film.

Fragmentos rebelados es irregular y no logra que todas esas esferas tengan el mismo peso narrativo (los testimonios de familiares en general aportan poco), pero se vuelve sumamente placentero cuando pone la cámara y el micrófono al servicio de Pino Solanas, Octavio Getino, Gerardo Vallejo o Humberto Ríos, conformando así un valorable retrato sobre el sentido y el significado de haber hecho cine durante una de las épocas más oscuras de la Argentina.