Foto Estudio Luisita

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

El camino recorrido

A nivel superficial se puede considerar a Foto Estudio Luisita (2018) un simple homenaje a una artesana de aquella fotografía de antaño que desapareció con el advenimiento/ masificación del soporte digital y los programas de retoque como el Photoshop, un esquema que se hace muy presente en el metraje mediante la oposición implícita entre la juventud y la vejez, sin embargo si profundizamos el análisis veremos que el documental en esencia funciona como un retrato de la melancolía a secas que genera el doloroso transcurrir del tiempo y las frustraciones que se van acumulando de a poco, más allá del ambiente en el que trabajó la susodicha, léase el artístico/ popular de las décadas del 60, 70 y 80 de Argentina (en el ecosistema prevalecían lenguajes como el modelaje, la interpretación, la publicidad y cierta explotación vinculada a la “voluptuosidad” en términos monetarios).

La protagonista en cuestión, Luisa Escarria, hija de dos renombrados y pioneros fotógrafos colombianos, Luis Felipe Escarria y Eva Iglesias, encabezó un estudio fotográfico muy solicitado por los espectáculos montados en la Avenida Corrientes y por figuras de diversa índole de aquellos años como por ejemplo Atahualpa Yupanqui, Amelia Vargas, Tita Merello, Mariano Mores, José “Pepitito” Marrone, Luis Sandrini, Jorge Porcel, Susana Giménez, Moria Casán, Mimí Pons y Gogó Rojo, entre otros. Ayudada por sus hermanas, las también colombianas Graciela y Rosa, la mujer hoy abre su archivo privado de más de 25.000 negativos a los realizadores de turno Hugo Manso y Sol Miraglia, ésta última amiga personal de Luisa, entrevistadora fundamental delante de cámara y suerte de “maestra de ceremonias” en el paneo propuesto por el insólito y muy interesante devenir de la anciana.

La película nos presenta la convivencia cotidiana de las hermanas de manera entrañable y siempre desde el marco del respeto para con un legado vinculado principalmente al teatro de revistas, la televisión y la canción popular del período, un planteo que habla a la par de las transformaciones culturales subsiguientes (el gran salto de la “mujer objeto” a un empoderamiento femenino que buena parte de la fauna televisiva autóctona parece todavía desconocer, considerando los engendros machistas del medio) y la metamorfosis del paradigma técnico del rubro y su paulatino empobrecimiento (aquí se hace hincapié en que el trabajo de Escarria no sólo consistía en retratos de estudio sino también en una edición meticulosa y hasta el coloreo de los negativos con pinceles, en pos de embellecer aún más las fotos y dotarlas de una impronta cercana a las intervenciones pictóricas más clásicas).

Foto Estudio Luisita es un film más que loable que permite conocer los detalles de un oficio hoy lamentablemente marginal/ casi extinto y desplegar la memoria emotiva de un trío de mujeres que lejos están de la nostalgia baladí de muchos sectores de la actualidad, esa que opera vía el rescate oportunista de determinados rasgos de antaño para a posteriori vaciarlos de todo sentido revulsivo y castrarlos desde la dinámica de los leitmotivs superfluos y pueriles, ya que en esta ocasión el paso del tiempo se siente en la propia carne y en el propio intelecto y no implica de por sí un “pasado glorioso” que se fue sino más bien un camino recorrido que merece ser recordado como parte de la historia -un poco insustancial y bastante derechosa, es cierto- de la que fuera la interpretación criolla y semi prostibularia del espectáculo de variétés, un carnaval escapista que supo ser muy exitoso…