Flora no es un canto a la vida

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Las películas familiares abundaron en el BAFICI 2018 (donde participó en la Competencia Argentina) y, muy especialmente, en el (ya no tan) nuevo cine argentino. Iair Said, reconocido actor, cortometrajista y director de casting, debuta en el largo con una historia que está todo el tiempo a punto de patinar, de caerse al precipicio. El realizador y protagonista logra mantener el equilibrio en una angosta cornisa apelando a un único recurso: hacer todo lo más transparente posible. Honestidad brutal.

Flora Schvartzman es una nonagenaria que no ha tenido hijos y que, producto de distintas peleas, se ha mantenido alejada del resto de la familia durante años. Su sobrino nieto, que no es otro que el director, comienza a visitarla y a filmarla. La mujer se queja de su suerte, de su salud, de su look y la relación con Said parece ser lo único sano y enternecedor. Sin embargo, en un determinado momento, el realizador/protagonista confiesa que uno de los motivos de este acercamiento a su tía abuela es el departamento que ella posee. El único inconveniente (no menor) es que ella se lo ha prometido a una asociación de beneficencia.

¿Hay amor genuino entre ellos o se trata de puro interés cruzado (Flora, por encontrar a alguien que se ocupe de ella; Iair, por conseguir algún beneficio económico)? Ese es el eje si se quiere moral de un film rodado con cercanía, visceralidad y precarios dispositivos tecnológicos que le dan una impronta casera y urgente (con alguna conexión lejana con la brillante Tarnation).

La película tiene mucho sentido del humor (por momentos bien negro) y con esa impronta tan particular y distintiva de la comunidad judía, donde lo trágico y lo cómico se dan permanentemente la mano.

El film es simpático y por momentos incluso hilarante, pero también resulta bastante incómodo cuando nos encontramos riéndonos de una anciana que podría estar siendo manipulada emocional y económicamente. Al hacer evidente sus intenciones, el costado más monstruoso del asunto queda un poco de lado para que aflore el más humano. Una película para disfrutar, para pensar y -también- para discutir. Mucho.