Feliz día de tu muerte 2

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Happy Death Day 2U demuestra que se puede cambiar de estilo sobre la marcha y pese a las múltiples fallas que tiene, el barco sale a flote por una solida actuación de su protagonista.

En 2017 Blumhouse, una de las productoras que más apuesta por realizadores e ideas no tan conocidas pero sí con una frescura notable y destacable, llevó a la gran pantalla Feliz día de tu muerte (Happy Death Day), una clase de injerto entre el slayer clásico que se puede ver en películas como Scream (1996) y el recurso narrativo que tan bien supo usar Harold Ramis en Hechizo de tiempo o mejor conocida como El día de la marmota (Groundhog Day, 1993). En la primera entrega, la protagonista Tree (Jessica Rothe) debía revivir el día de su cumpleaños una y otra vez mientras intentaba descubrir la identidad del asesino que día tras día lograba asesinarla. Dentro de todo lo que ofrece el mercado, en ese momento la temática y la mezcla de géneros logró convencer a espectadores y fanáticos del slayer que volvieron a ver en los cines una obra que, a pesar de sus fallas, logra de manera correcta hacerle honor a las obras de las que toma elementos.

Pero cuando la secuela fue anunciada y se vio que la película contaría con el mismo elenco y con avances que mostraban absolutamente todo igual, la señal de alerta empezó a sonar temiendo que la ahora franquicia de Feliz día de tu muerte podría pisarse con su propia sombra y así terminar siendo otra de las tantas sagas que fracasan en solo su segunda entrega. En este contexto es que llega Happy Death Day 2U, la secuela directa de la peli de 2017 que retoma la historia en el lugar donde la última nos dejó, con Tree y Carter (Israel Broussard) ya establecidos como pareja, habiendo descubierto quien portaba la máscara de Baby Face y donde aparentemente nada más retorcido podía suceder. Pero ahora, quien tomará mayor preponderancia será Ryan (Phi Vu) el compañero de cuarto de Carter, quién junto con él y Tree descubrirán que el loop temporal que mantuvo a la rubia en la película anterior repitiendo una y otra vez el mismo día, podría ser culpa de un efecto secundario de un experimento científico que el mismo Ryan, junto con sus compañeros de laboratorio Samar (Suraj Sharma) y Dre (Sarah Yarkin), esta diseñando. En la búsqueda por terminar de pulir algunos detalles en dicho experimento, las cosas vuelven a ponerse pálidas para Tree ya que volverá a verse incluida en viajes en el tiempo, siendo ella la única que lo nota, pero ahora en una realidad paralela en la que su vida es bastante diferente. Ella, no solo deberá volver a detener a Baby Face sino que también tendrá que decidir si quiere volver a su propio universo o quedarse en esta nueva realidad donde más de una sorpresa puede hacerla llegar a dudar.

Christopher Landon vuelve a ubicarse detrás de las cámaras para esta secuela y lo primero que hay que tener en cuenta es que el tono de esta película nada tiene que ver con la anterior. Acá ya no hay terror, suspenso y de todos los elementos que constituyen una película como “slayer” ya casi que no hay ninguno. Si hay un asesino y si hay un misterio que debe ser revelado, pero no del modo que fue presentado la oportunidad anterior. Y, ¿está bueno que cambie el rumbo sobre la marcha? la respuesta es extraña y puede llenar de dudas, ya que los mejores elementos de la primera película siguen estando pero todo el contexto cambió. Ahora hay humor todo el tiempo (a veces sobre abundante y tonto), explicaciones científicas, viajes temporales, otras dimensiones, la palabra “multiverso” (!!!!) con todo lo que eso implica y una escasa participación del asesino con la máscara de bebé. Todo esto puede provocar por muchos pasajes de la peli una confusión argumental muy peligrosa, ya que si bien los términos son explicados, estos nuevos elementos no son nada simples. Sin embargo, la película conserva los dos elementos que hacen que esta franquicia se establezca como tal y pise de manera estable: El loop temporal y la secuencia de muertes adrede de la protagonista que, en la primera servían para descubrir la personalidad de Tree y ahora, es un simple método para lograr algo a futuro. Teniendo en cuenta esto, la película vuelve a ser efectiva pero de una manera completamente diferente y a pesar de un tercer acto para el olvido que da la sensación que podría durar unos 15 minutos menos.

El montaje vuelve a ser la piedra angular en la que se basa esta franquicia y aquí vuelve a destacarse. No tanto el guión, que en su afán de querer transformarse en una obra más compleja deja baches argumentales por doquier y algunas situaciones que nada aportan al desarrollo de la trama pero que si tendrán que ver a futuro, porque el anuncio de una tercera y ¿última? parte de saga es inminente. En caso de que esto llegase a suceder, la trama llegó a un punto de no retorno en cuanto al enfoque y al claro alejamiento de lo que fue la primera parte, ahí los guionistas tendrán un trabajo un poco más simple, ya que no tendrán que lidiar con esa lucha interna entre géneros.

En cuanto a las actuaciones, el único miembro del elenco que vuelve a destacarse es Jessica Rothe. Esta vez de manera mucho más notoria que en la entrega anterior y con un repertorio de habilidades faciales y corporales que demuestran de que ya pueden apostar a ella para roles y papeles para trabajos de mayor importancia. De los actores complementarios, el que está parado esta vez en el segundo escalón en importancia es Phi Vu, quien con su simpatía y con una clara mejora en cuanto a diálogos y desarrollo de personaje opaca sin dudas al resto del elenco.

Feliz día de tu muerte 2 es una extraña pero convincente secuela del material original. Habrá que esperar para saber si volveremos a ver a Tree y Baby Face en un futuro cercano, todo dependerá de cómo repercute en la taquilla mundial, pero teniendo en cuenta el “poco” presupuesto con el que Blumhouse suele manejar a la hora de producir, la posibilidad es bastante concreta.