Familia peligrosa

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Más allá que se le pueden criticar muchos puntos relacionados a la trama, un giro hacia el final y hasta lo poco arriesgado de su dirección, “Familia Peligrosa”(Francia, 2013) marca el regreso al cine de acción de Luc Besson. Este es un regreso esperado, ya que ha logrado varias películas memorables en el género como director y productor(“Nikita”, “Taxi”, “El profesional”, “Búsqueda implacable”, etc.).
En esta oportunidad cuenta además con el aval en la producción de Martin Scorsese y el guión (realizado en conjunto) de Michael Caleo (“Los Sopranos”), para construir una ágil comedia en la que un padre de familia (Robert De Niro) debe ser reubicado en Francia por el FBI para mantener su identidad secreta. Giovanni (De Niro) delató a la mafia (a la que pertenecía) y es buscado MUERTO, no vivo, por el jefe del clan que anteriormente lo albergaba.
Pero Giovanni no está solo, lo acompaña su mujer Maggie (Michelle Pfeiffer) y sus hijos Belle (Dianna Agron) y Warren (John D´Leo), cada uno con sus hábitos bien aprendidos y afianzados durante su paso por la cosa nostra y cada uno queriendo dejar de ser trasladado de ciudad y país en país para no ser asesinados.
El agente Stanfield (Tommy Lee Jones) es el encargado de velar por la integridad de la familia y tratar que se mantengan alejados de los conflictos y problemas con los lugareños, pero esto es imposible.
Belle se enamora de un docente (“el amor es lo único que me puede hacer escapar de mi vida”, afirma), Warren arma una red de tráfico de tabaco y extorsiona a todos sus compañeros, Giovanni quiere que el agua de la canilla salga cristalina y hasta Maggie es capaz de crear una explosión en un pequeño y tradicional mercado de pueblo al no poder conseguir su amada mantequilla de maní.
Además, mientras intentan ganarse el afecto de sus vecinos, Giovanni comienza a escribir sus memorias, y se presenta ante los demás como un escritor norteamericano, y ahí tenemos otra película, una que habla del pasado y repasa con imágenes su relación con sus pares mafiosos.
La familia Blake/Manzoni es un volcán a punto de explotar por el mínimo detalle y más cuando las diferencias culturales se intensifican. La comida (“acá le ponen a todo manteca”), la vestimenta, los hábitos, todo puede ser un detonante para que los descubran.
Hay un trabajo sobre la dupla bondad/maldad que erige Besson que es más que interesante. Los buenos, en este caso los Blake, pese a haber tenido un pasado mafioso y continuar con algunos vicios de esa época, son presentados como honestos (de incuestionable moral) y cálidos, mientras que los malos, los que los persiguen, son caracterizados hasta el extremo (sobretodos negros y sombreros), exagerando sus enojos y la cantidad, por ejemplos, de armas con las que enfrentarán a la familia para liquidarla. Y al tratarse de una comedia, esto está muy bien.
El acercamiento de Giovanni a la literatura posibilita la digresión de la acción y contemplar algunas máximas que dichas por el maestro de De Niro (cada día trabaja más y mejor) suenan con una entidad especial. “La escritura es intensa, es como verme en el espejo”.
Guiños cinéfilos (“Buenos Muchachos” es proyectada con la asistencia de Giovanni a un debate) y la elección de actores que siempre están presente en este tipo de filmes como Vincent Pastore, Anthony Desio y Jimmy Palumbo (y hasta Pfeiffer tiene su pasado en el género con “Casada con la Mafia”) posicionan a “Familia Peligrosa”, más allá de algunas lagunas en la trama (qué hace Maggie con los agentes del FBI, por ejemplo), como una entretenida comedia.