Escape Room: sin salida

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Seis desconocidos reciben un misterioso paquete. En su interior, se encuentra un mensaje que promete al propietario una oportunidad para alejarse de sus vidas rutinarias. El grupo llega a la localización señalada y se dan cuenta de que se disponen a competir en un laberinto compuesto de cuartos de escape. La idea les parece interesante, pero para cuando se dan cuenta ya están dentro del laberinto y los cuartos son verdaderamente peligrosos. Lo peor es que el organizador del juego conoce los detalles más traumáticos de la vida de los personajes, con lo cual a la dificultad natural del juego se le sumará el dolor de revivir esos momentos.

Llena de ideas, aunque parecidas a otras ya vistas, con algunos momentos originales o visualmente atrapantes, la película es más el deseo del espectador de ver el juego que del sentido del mismo dentro del guión. La dirección de arte también se luce, como se luciría en un parque de diversiones recreado para cualquier historia. Pero a medida que pasan los minutos todo queda en la rutina y las vueltas de tuerca finales apuntan más a hacer nacer una franquicia que a realmente sorprender a quienes ven la película.