Escape Room: sin salida

Crítica de Alina Spicoli - Estrelladas TV

La supervivencia del más apto

“Escape Room: Sin Salida” (Escape Room, 2019) es un thriller de aventuras dirigido por Adam Robitel (La Noche Del Demonio: La Última Llave) y escrito por Bragi F. Schut y Maria Melnik. El reparto incluye a Taylor Russell, Logan Miller (Si No Despierto, Yo Soy Simón), Deborah Ann Woll, Tyler Labine, Jay Ellis, Yorick van Wageningen, Nick Dodani, entre otros.

La historia se centra en seis personas a las que les llega una misteriosa invitación para la Sala de Escape Minos, ubicada en un edificio con muchísimos pisos. El que sea tan ingenioso como para descubrir la manera de salir de ese lugar obtendrá como recompensa diez mil dólares. La gran suma de dinero constituye el principal incentivo para la estudiante de física Zoey (Taylor Russell), el empresario Jason (Jay Ellis), el minero Mike (Tyler Labine), la veterana de guerra Amanda (Deborah Ann Woll), el repositor de supermercado Ben (Logan Miller) y el apasionado gamer Danny (Nik Dodani). Así es como estos seis desconocidos deberán rebuscárselas para escapar; no obstante a medida que pasa el tiempo lo que creían que era un juego inofensivo se irá transformando en un acertijo donde el peligro es completamente real.

Calificada en el género de horror psicológico erróneamente, la cinta contaba con buenas ideas para otorgar un producto cinematográfico decente. Y aunque en cierta parte lo consigue gracias a los diversos escenarios (una habitación que pasa a ser un horno, una sala de billar al revés, un espacio a temperatura bajo cero, etc.), los giros de guión resultan tan cliché que inevitablemente hacen que la cinta pierda su atractivo.

Como nunca se profundiza en cada personaje (solo sabemos de qué trabajan y algún que otro aspecto de su personalidad), resulta imposible establecer una conexión que nos haga preocuparnos por sus vidas. El hecho de que al pasar los nuevos desafíos siempre alguno quede atrás ya se ha visto en otros filmes, además de que no ayuda en nada que la primera escena muestre a uno de los participantes en una situación límite: de esta manera ya sabemos desde los primeros minutos quién es el que superará todas las pruebas.

Con unas notorias ganas por parte de los guionistas para que Escape Room se transforme en una saga, la última media hora abunda de elementos cada vez más patéticos e inverosímiles. No obstante, si estás buscando una opción entretenida (hasta cierto punto) que no requiera usar el cerebro (los personajes no hacen partícipe al espectador de la resolución de los acertijos), ésta película puede llegar a funcionar.