En un mundo mejor

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Del paisaje danés al horror africano

El Dogma danés, aquella supuesta nueva construcción del lenguaje del cine, ya quedó en el recuerdo. Sólo quedan los rostros de los actores y más de uno aparece en En un mundo mejor, que obtuvo el Oscar al film no hablado en inglés.
Suzanne Bier (Hermanos, Corazones abiertos) siempre apuesta por historias fuertes, donde las relaciones humanas tambalean en medio del idílico paisaje danés. Por el mismo camino anda una pareja con un hijo viviendo el conflicto de la adolescencia, y también, un viudo que carga con un vástago que actúa como si el mundo fuera el peor de los lugares posibles. Los personajes se cruzarán y establecerán particulares amistades, donde lo institucional y reglamentado (la familia, el colegio) se cae a pedazos. Pero la mirada de Bier sobre la sociedad no termina allí: uno de los personajes centrales trabaja como médico en un campo de refugiados en África, paisaje que maneja un dictador sin contemplaciones que humilla a las embarazadas. Pues bien, ya el cóctel sobre la degradación humana está listo, construido desde una mirada europea que confronta dos mundos en colisión, aquel que caracteriza a la burguesía, danesa en este caso, y el otro, el que describe al horror que procede de un país (las escenas fueron registradas en Sudán) que sólo sobrevive en medio de atrocidades físicas y psíquicas. Así es el choque cultural que propone Bier para las múltiples historias que narra su película. En realidad, En un mundo mejor acumula calamidades e infortunios, contadas con cierta destreza narrativa, valiéndose de escenas cortas que por momentos ayudan a aligerar un edificio temático donde la miseria humana tiene vía libre. En esa travesía por África, en las dolorosas vivencias de los adolescentes y en la visión horrible y sin contemplaciones que se tiene sobre el mundo, Bier se maneja a sus anchas.
Entre lo políticamente correcto y autocomplaciente, con escenas justificadas y manipuladoras, En un mundo mejor presenta sus intenciones desde la primera escena. El discreto encanto de la burguesía europea tiene aquí su película global y casi perfecta.