En un mundo mejor

Crítica de Alberto Harari - MI CINE - por halbert

INTENSO DRAMA EXISTENCIALISTA, NECESARIO PARA TODO SER HUMANO

La directora Susanne Bier construye con esta "En un mundo mejor" una sólida película, inexorable, que emociona y nos deja mudos ante la inevitable introspección que suscita. No por nada logró que su película ganara el último Oscar al filme de habla no inglesa.

El pequeño Christian, luego de haber perdido a su madre, regresa con su padre a Dinamarca natal y en el nuevo colegio conoce a Elías, un niño que es víctima de bullying (maltrato e intimidación por parte de sus compañeros).

Anton, el padre de Elías, es médico, un idealista doctor que trabaja en una misión humanitaria en un campo de refugiados de África, que divide el tiempo entre la desolación y su casa de Dinamarca, por lo que, ante tantas ausencias, desconoce el constante acoso que vive su hijo. Elías y Christian forman rápidamente un fuerte vínculo y se involucran en un peligroso acto de venganza, con consecuencias potencialmente trágicas, debiendo comprender las complejidades humanas, el dolor y la hostilidad.

De entre tantas potentes escenas, la protagonizada por Anton con el mecánico agresivo da cuenta de cómo nos amenazamos los seres humanos por nimias diferencias; cómo se enfrenta la benevolencia con la intolerancia, la armonía con la beligerancia. Es la síntesis del acostumbramiento del ser humano a responder a la violencia con otro acto virulento.La vida de estos dos niños protagonistas se ve afectada por situaciones violentas en las que se ven envueltos, ya sea generada por otroschicos como por los adultos. Ser testigos y partícipes en esos contextos hostiles los hace actuar de la misma forma, como si el “ojo por ojo, diente por diente” fuese la manera de reflexionar y accionar frente a la violencia.

La precisa dirección actoral de Bier saca lo mejor de los niños actores, que deben protagonizar escenas de alta intensidad, ya sea física como emocional. También los actores adultos Mikael Persbrandt y Trine Dyrholm (vista hace poco en "Aguas turbulentas") aportan su gran oficio, ofreciendo momentos de tensión y de reflexión.

La mirada de la directora resume en esta historia lo que muchos pensamos: qué difícil se está haciendo para la raza humana poder convivir en paz, poder hacer el bien, poder compartir la vida con los demás y aceptar las diferencias que tenemos con los otros. Pareciera que necesitamos exterminar al que piensa, siente o vive diferente a uno, sin comprender que cada uno tiene una manera propia y única de ser, percibir y valorar al mundo y de que, por ende, debemos esperar que cada una de las personas que nos rodea tenga opiniones, hábitos y pautas de vida distintas a las nuestras.

Gracias Dinamarca por esta película; gracias Susanne Bier por este sacudón que necesitamos para entender que, enfrentados, no llegamos a ningún lado. Es una verdad que hay que aceptar y en la que debemos fundar las relaciones humanas para una convivencia de mejor calidad… por un mundo mejor.