En primera plana

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

Spotligh significa poner el foco en algo, destacarlo. Si nos enfocamos en una cosa, claramente lo demás no importa tanto y cobra menos sentido. La gran maestría de esta película es ponernos constantemente en el dilema de qué es lo que vemos para dejar lo demás en sombras.
Primera plana cuenta la historia de un grupo de investigación dentro de un diario local que acaba de ser comprado por el Times. Tanto es así que cambia su editor y cambia, de esta manera, el foco de su trabajo. De repente investigaban un tema y desestimaban otro, y ese otro desestimado, puesto en lo caliente por el editor termina siendo lo que destape Boston. Vale aclarar que es una ciudad muy tradicionalista, que no gusta ni de cambios ni de destapes.
Robby (Michael Keaton) es el jefe interno de este equipo de investigación de cuatro integrantes que defienden elegir sus propios proyectos y reportan para demostrar avances. Es también el que guía a su gente a armar esta nota denuncian al sistema de la Iglesia Católica y cómo protege a los curas pedófilos y abusivos. El elenco se completa con un inmenso Mark Ruffalo, Rachel McAdams y Brian D`arcy James quienes manejan sutilezas de fragilidad y motivación para ir a la caza de la historia que son un placer de ver. Una clase de actuación y un elenco de lo más sólido.
La película tiene pocos golpes bajos y son realmente funcionales. Un plano secuencia con una cámara subjetiva siguiendo al personaje para encontrarse con un espacio hostil cerca de su casa y de sus hijos, un plano detalle a las marcas de la aguja en las venas, no mucho más. Es mucho peor lo que no se dice y lo que van marcando en cada paso que dan. Es reconocer que el sistema mismo está dispuesto a reventarnos y sin embargo siempre lo mantenemos en alzas.
El director es Tom MCarthy, quien también estuvo a cargo de co escribir el guión, y recupera toda su vena periodística y del armado del buen suspenso como usó en Michael Clayton, pero con un tema sórdido, muy potente, que a uno se le cae la mandíbula a medida que avanza el film. ¿La genialidad? Nunca nos termina de dar el zarpazo, con lo cual salís meditando, y mucho.
Una película con buen ritmo, excelentes actuaciones y un caso real para ponerte los pelos de punta. Recordá siempre mirar qué estás dejando de ver para ver lo que estás mirando.