En el camino

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

El comentario no se presenta fácil, créame. Pero trataremos de llevarlo a buen puerto. ¿Cómo entrar en tema para comentar “En el camino” si el lector no leyó el libro en el que se basa? En principio, aclarando que de no haber leído nada de Jack Kerouac ni de la Generación Beat, lo más probable será sentirse en la butaca como sapo de otro pozo.

“En el camino” es un libro escrito a lo largo de unos tres años y pico, entre 1947 y 1951, por un en ese entonces joven Jack Kerouac (entre sus 25 y 29 años). En 1947, viviendo en Nueva York, ya era amigo de Allen Ginsberg, Neal Cassady y William Burroughs, poetas/escritores que luego conformarían la llamada Generacion Beat.

Estamos en USA dos años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. La vida que ellos se planteaban vivir estaba lejos de los convencionalismos y las costumbres. Así emprendieron un larguísimo viaje en el cual el “libre albedrío” daba paso a vivir el sexo, las drogas, la música y otras yerbas (término adecuadísimo para este caso), de manera tal de poder romper con todos los esquemas. Explotar la juventud, las ansias de vivir al límite. No dejar una sola neurona en estado pasivo. Se trataba de explorar mente y cuerpo para que los sonidos y las palabras brotaran como un geyser de creatividad. Un desborde expresivo tan sublimado como alejado de la política. Admiraban a esas personas llenas de vida que hablan poco y hacen mucho, los que van al límite de todo y se salen del cuadrado.

El escenario para desarrollar todo este cúmulo de sensaciones era todo los Estados Unidos con su gente y sus caminos. Caminar para vivir una Norteamérica de pos guerra, desde Nueva York hasta California pasando por Colorado, Illinois y Texas, Estados con su infraestructura todavía virgen. México fue otro de los destinos por los que transitaron. La cosa era vivir intensamente cada momento marcado por sexo, droga y jazz (el Rock and Roll vendría después con creces). Mientras, Kerouac escribía dejándose invadir por la sensación a flor de piel. Era el nacimiento de la escritura espontánea mediante una libreta que llevaba consigo. Ese inmediato producto de la imaginación era lo que luego se publicaría. Estamos hablando de fines de la década del ‘40 (aunque el libro fue editado en 1957). Cualquier cosa que hiciera un joven era transgresión. Ellos llevaban todo al límite, pero en paz. Años después no había un solo hippie que no hubiera leído “En el camino”. Fue el libro de cabecera e inspirador de todos los movimientos de los jóvenes en el mundo. Así es. La Generación Beat cambió la historia. Fue el germinador y motor impulsor del arte pop en toda su expresión y vigor, de Bob Dylan a Andy Wharhol y de Los Beatles a Lenny Bruce.

Hay mucho, pero mucho más, para decir, pero estimo que lo dicho sirve (espero) como introducción. El libro, entonces, no sólo es la crónica de un viaje hecho concepto y poesía, sino también es autobiográfico (sin ser una biografía per sé). Jack Kerouac utilizó seudónimos o alter egos para hablar de los hombres mencionados anteriormente.

Respecto del estreno de la producción “En el camino” es bueno saber que, en principio, es la culminación de muchos intentos por llevar éste texto al cine. Varios directores y guionistas quisieron hacerlo, entre ellos Francis Ford Cóppola. El propio Kerouac quiso actuar de sí mismo con Marlon Brando como partenaire. Nunca ocurrió. La historia marca a la dupla Walter Salles / José Rivera, director y guionista respectivamente, que ya habían trabajado juntos en “Diarios de motocicleta” (2004), como los que finalmente lo lograron.

La historia comienza en 1947, en Nueva York, con Sal Paradise / Jack Kerouac (Sam Riley), Dean Moriarty / Neal Cassady (Garrett Hedlund) y Carlo Marx / Allen Ginsberg (Tom Sturridge) viviendo la noche de Nueva York y lo que sería el comienzo de éste extenso viaje por los Estados Unidos hacia donde los llevare el viento. A lo largo del relato encontraremos en Sal como a una suerte de cronista de lo que ve, sin dejar de participar activamente en todo lo que sucede. Por su parte Dean es el prototipo del ir-al-frente, como si fuera carne de cañón expuesto a toda clase de drogas con la misma intensidad de sexo en todas sus formas. Las mujeres con sus circunstancias irán apareciendo en la vida de cada uno: Jane / Joan Vollmer (Amy Adams) Camille / Carolyn Cassady (Kirsten Dunst), y en especial Marylou / Lu Anne Henderson (Kristen Stewart), la joven compinche de todas las experimentaciones de la libertad sexual.

“En el camino” presenta dificultades (no errores) que se derivan de sus propias virtudes. La adaptación es, en términos de los hechos, literal, pero esto va en desmedro del espíritu del texto, dificultad acrecentada por el elenco protagonista. El registro actoral no logra captar la esencia de lo que estos jóvenes vivían. Actúan como si se aferraran a lo que alguien les contó de los escritores, en lugar de transitarlo por sus medios y con sus herramientas. Así, vemos trabajos donde sin duda se pone el cuerpo para una intensidad que se condice sólo por momentos con el espíritu libre de estos hombres. En algo falló el casting, sobre todo por Garrett Hedlund, acaso el más lejano de todos. Exactamente lo mismo ocurre con parte de la puesta. Dado que el relato del viaje está más relacionado con la poética que con la crónica, es difícil encontrar elementos a los cuales el espectador pueda aferrarse para armar la historia, tal vez afectado al dar mucho por sobreentendido.