El verdadero amor

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Dirigida y escrita por Claire Burger (codirectora de Party girl), El verdadero amor es una historia sobre las oportunidades que derivan de una crisis.
Mario acaba de separarse de su mujer y vive con sus dos hijas adolescentes. Pero si bien ella le dejó bien en claro que la separación es definitiva, él no puede soltarla y cada tanto se aparece en su trabajo o la busca con cualquier excusa. Probablemente sea por eso que llegó a un grupo de teatro que trabaja de un modo diferente. La idea es que actúen de ellos mismos, que saquen afuera su verdadero ser, no meterse en la piel de otro, meterse en la de uno. Sólo que quien se encarga de la iluminación para esa obra es ni más ni menos que su ahora ex mujer.

En su casa la relación con sus hijas es buena, o lo mejor que puede ser con dos jóvenes que transitan una época de muchos cambios, no sólo los de su familia, sino los internos. Ellos se quieren e intentan acompañarse pero a veces surgen choques que hacen dudar, a él de ser capaz de cuidarlas solo, a ellas de querer quedarse con él en lugar de irse con la madre que por ahora no tiene dónde alojarlas pero de a poco va rehaciendo su vida. Frida, de 14 años, en pleno despertar sexual, lo culpa de que su madre se haya marchado. Niki, de 17, lo apoya, pero al mismo tiempo sólo sueña con marcharse de casa. Mientras tanto él espera que un día su mujer regrese.

En su primera película que dirige en solitario, Claire Burger retrata de manera intimista este momento bisagra para la familia, con un mayor enfoque en el punto de vista del personaje masculino. Un hombre estructurado que trabaja como funcionario público, al que le llevará mucho esfuerzo aceptar que la pareja ya no es pareja y no volverá a serlo. Por suerte tiene ese grupo de teatro donde, de a poco, se va soltando y expresando. Es así que lo que comenzó como una excusa más para estar cerca de su ex mujer de repente demuestra que tiene mucho más para ofrecer, siempre y cuando uno sepa aprovecharlo.

De manera sensible, con momentos dramáticos pero también algunos con ternura, Burger narra una historia universal y realista que le permite desarrollar diferentes temáticas. Porque además de preocuparse mucho por lo que le pasa a este hombre que de repente se queda solo, están ahí también sus hijas adolescentes que tienen otras preocupaciones además de la separación de sus padres. Y la directora bucea por diferentes mares sin perder el rumbo y sin desviarse del objetivo central: el amor, que no es aquel que surge con una nueva pareja o ilusión amorosa.