El túnel de los huesos

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

El túnel de los huesos es la ópera prima de Nacho Garassino, la cual está basada en un hecho real: la fuga de siete reclusos de la cárcel de Villa Devoto, investigación, con la que Jorge Ragendofer obtiene el Premio Príncipe de Asturias.
El film es un relato circular, donde Raúl Taibo (protagonista) va a contar la historia de esta espectacular fuga. En ella, siete reclusos cavan un túnel desde el hospital a la cárcel y, cuando están a pocos días de realizar la fuga se encuentran con un macabro hallazgo: los cadáveres de casi un centenar de presos, bajo sus muros. Este descubrimiento hace que todos sellen un pacto con los muertos: dar a conocer su existencia.

Este racconto, también forma parte de la realidad, ya que en diciembre de 1991 un grupo de periodistas interesados en este hecho, interpelaron a un vocero de la policía. A posteriori, uno recibió una llamada en la redacción del periódico donde trabajaba, luego aceptó ser trasladado a un suburbio del conurbano bonaerense, y allí uno de los prófugos dio comienzo a la narración de esta experiencia límite, a la cual el periodista tituló, “El túnel de los huesos”

Cuatro semanas de rodaje en la cárcel de Caseros y una semana más en locaciones diversas, contribuyen al resultado de un film típico de fuga marcado por la acción. No obstante hay un trabajo con la intimidad, con las emociones, que de algún modo lo emparenta con un cine intimista.

Si bien es claro, que el film es una reconstrucción de un hecho real, deja entrever la posibilidad de que esos cadáveres hayan sido prisioneros políticos de la dictadura, o presos comunes del motín de 1977, donde hubo una sangrienta represión.

Un film discreto para un género poco trabajado en la Argentina, con algunas licencias, que podrían resultar inverosímiles en algunos casos. El tema es justamente, que cuando el espectador se enfrenta a este tipo de films suele asociar referentes inadecuados.

No obstante hay un desfasaje en la mirada del vestuarista, que se da sobre todo en la figura de Vulcano (Raúl Taibo), que muchas veces desea mantener su vestimenta en composé, lo que contribuye a atentar contra la verosimilitud.