El silbón: orígenes

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Llega a las carteleras, después de ganar la Competencia Iberoamericana del reciente Buenos Aires Rojo Sangre, esta película venezolana de terror dirigida por Gisberg Bermúdez Molero y escrita junto a Gisyerg Bermudez y Irina Dendiouk basada en un mito popular de aquella zona.
El Silbón es un personaje legendario de Venezuela, una especie de alma en pena que se caracteriza por el silbido que emite: cuando más fuerte se escucha, es cuando menos peligro corremos; si lo escuchamos a lo lejos, en realidad significa que está cerca. Suele aparecer de noche y también suele atacar a borrachos, delincuentes o personas que se caracterizan por ser despreciables o malvados.

La nueva película de terror venezolana que llega ahora a las carteleras es el segundo largometraje de Gisberg Bermúdez Molero e intenta desentrañar el mito, que tanto ha aterrorizado en los Llanos, a través de sus orígenes. Brindarle entidad al personaje y narrar cómo es que se convirtió en esa figura que genera terror, tratar de comprenderlo.

Narrada entre dos tiempos: por un lado tenemos la historia de un joven que vive con su terrible padre -una figura unidimensional: es siempre horrible-, y por el otro la de una niña que parece estar poseída, que dibuja compulsivamente escenas terribles y, quizás, premonitorias. En algún momento estas historias se unirán, pero mientras tanto el film se va moviendo entre un tiempo y otro, a veces de manera un poco confusa entre los saltos.

A nivel producción, El Silbón: Orígenes es una película, como se podría suponer, de bajo presupuesto y sin embargo se destaca por una cuidada y notable dirección de arte (a cargo de Daniela Hinestroza, quien había trabajado para otra película de terror venezolana que logró llegar a nuestros cines: La casa del fin de los tiempos) y una recreación de época muy sutil y detallista. También están ahí las intensas performances, con el debutante Vladimir García como la figura legendaria, alta y esquelética, en una interpretación que apuesta cien por ciento a lo expresivo, ya sea con su rostro como con su cuerpo.

El film gana en tensión antes que en terror. Hay una buena construcción del suspenso y algunos sustos pero no tan efectivos.