El silbón: orígenes

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Basada en una popular leyenda venezolana, "El Silbón: Orígenes", de Gisberg Bermúdez, es un sólido relato en dos tiempos, que mezcla la denuncia social con la atmósfera de terror ¿Hay una base mejor para el terror que los mitos que se van transmitiendo oralmente a través de las generaciones?
El plus de posible verosimilitud es algo que difícilmente se logre con cualquier historia que parta desde cero en un guion cinematográfico. La leyenda de "El Silbón" data del Siglo XIX en la región de Los Llanos. Según cuenta, un joven fue atado a un poste boca arriba y azotado a latigazos como castigo de su abuelo por haber destripado a su padre, quien previamente había asesinado a la esposa/madre por considerarla indigna.
Luego de lacerar aún más sus heridas con alcohol, fue liberado junto a dos perros carnívoros, y maldecido a cargar para siempre con los huesos de su padre. El Silbón es un alma en pena, y su presencia la marca un característico silbido al compás de las notas musicales, con acentuación en el medio; por lo cual, si se lo escucha cerca está lejos; y si se lo escucha lejos, está cerca.
Casi que no hay nadie en Venezuela que desconozca qué es El Silbón, por lo cual, hacer una película sobre su historia pareciera ser un aporte acertado; por lo menos localmente. ¿Funciona fuera de ese contexto? Gisberg Bermúdez Molero encara su segundo largometraje, el primero de género, en un tono muy diferente a su ópera prima "Portion", de tono más dramático.
Esto a la hora de la consideración se nota, "El Silbón: Orígenes" mantiene mucho peso dramático, focaliza el contar una historia, antes de recurrir al terror de efectos. Coproducción entre Venezuela, México, y Estados Unidos; esta se aprecia como una película a gran escala.
Si bien puede que los recursos con los que cuenta no se equiparen a los de un film promedio hollywoodense. Se apoya en dos reconstrucciones de época y lugar; aprovecha las filmaciones en exteriores, y técnicamente se ve muy aceptable. No por nada resultó ganadora en la Competencia Iberoamericana del recientemente finalizado Festival Buenos aires Rojo Sangre, y ya había recolectado premios en el Festival de Cine de Venezuela. La primera ambición que notamos, además de las reconstrucciones, es el hecho de una narración en dos tiempos diferentes.
Con paralelismos entre dos historias de abusos y venganzas. En el Siglo XIX, Ángel (Vladimir García), sufre las consecuencias de un padre abusivo (Fernando Gaviria), quien en su propia infancia estuvo marcado por hechos oscuros, brujería incluida. En el ¿presente? Una niña carga con una maldición propia, también desencadenada por acontecimientos de su historia familiar; y un padre que intenta averiguar qué es lo que sucede.
Las réplicas del pasado en el presente son palpables, y es evidente que una historia tiene que ver con la otra, acrecentando la idea de la maldición. Ángel se transformó en El Silbón, un alma torturada que venga a todo aquel que mantenga un trato abusivo, en especial con los niños y las mujeres. Venezuela no es un país con una larga tradición en cine de terror.
Aún se recuerda "La casa del fin de los tiempos", de 2013 como el primer film de ese género en aquel país. Al igual que aquella, se recurre primordialmente al drama para construir clima y adentrarnos en la historia. En "El Silbón: Orígenes" veremos dos historias trágicas, de círculos abusivos, personajes indefensos, y otros perversos.
Aún se recuerda "La casa del fin de los tiempos", de 2013 como el primer film de ese género en aquel país. Al igual que aquella, se recurre primordialmente al drama para construir clima y adentrarnos en la historia. En "El Silbón: Orígenes" veremos dos historias trágicas, de círculos abusivos, personajes indefensos, y otros perversos.
Aún se recuerda "La casa del fin de los tiempos", de 2013 como el primer film de ese género en aquel país. Al igual que aquella, se recurre primordialmente al drama para construir clima y adentrarnos en la historia. En "El Silbón: Orígenes" veremos dos historias trágicas, de círculos abusivos, personajes indefensos, y otros perversos.
El tratamiento que se le da a esto es sencillo, por lo que no constará demasiado que empaticemos. Paulatinamente nos iremos metiendo en una historia cada vez más turbia, opresiva, hasta que los sustos exploten en el tercer acto más convencional. No exijan acá una montaña rusa de jump scares, no lo van a tener, tampoco hectolitros de sangre.
"El Silbón" apuesta a la oscuridad, a la atmósfera pesada, a cierta lentitud pretendida pero no abrumadora, y a la sugestión antes que al pavor. Con buenos recursos en la fotografía, un montaje muy logrado que permite pasar de una época a la otra de un modo muy fluido y sin necesidad de aclarar; y un conjunto actoral sólido; lo único que la reciente son algunos tramos en los que recae a una tradición más telenovelesca.
En definitiva, se asume como una propuesta seria, rigurosa, con elementos muy positivos, y un deseo por querer entregar un producto noble. La base de tradición es un aporte fundamental, y el compromiso asumido para narrar dos dramas intensos la potencian aún más.
Pequeña gran sorpresa, "El Silbón: Orígenes" es una leyenda cinematográfica por la que bien vale la pena jugársela.