El silbón: orígenes

Crítica de Alejandro Turdó - EscribiendoCine

Recolector de pecados

Gisberg Bermúdez Molero es un joven director venezolano que eligió traer a la pantalla grande uno de las más conocidas leyendas urbanas de su tierra. El Silbón: Orígenes (2018) es una obra que se mete en lo profundo de la mitopoiésis de un ser folclórico, a quien hoy día se le sigue rindiendo tributo de la misma forma que se le sigue temiendo un poco. La co-producción venezolana, mexicana y estadounidense tuvo una muy buena recepción en el reciente Festival Buenos Aires Rojo Sangre, llevándose el premio a Mejor Largometraje en la categoría Competencia Iberoamericana.

La narración transita dos líneas temporales en paralelo: por un lado se expone el drama que deriva en la creación de la criatura fantástica, con un padre que pierde a su esposa después de dar a luz y descarga toda la frustración en su hijo, a quien maltrata de las peores formas imaginables, ignorando las trágicas consecuencias. Por otro lado, mas cerca de la actualidad, tenemos a un padre preocupado por su hija, quien parece estar poseída por un espíritu maligno, pero conforme avanza la trama se hará evidente que la espeluznante figura del silbón está involucrada y nada sucede al azar.

Con una ambientación impecable que se potencia con el clima ominoso creado por Bermúdez, ambas líneas dramáticas avanzan a la par develando por un lado el atroz origen de la criatura titular, y por el otro el verdadero conflicto que provocó el resurgimiento de la figura siniestra. Una figura que por cierto aparece lo justo y necesario en imagen, casi en pequeños destellos, comprobando que muchas veces menos es más y aquello que nuestra mente se imagina puede ser mucho más potente que cualquier monstruo acaparando la pantalla excesivamente. Los diálogos cumplen la función justa y necesaria de proporcionar la información necesaria para el espectador, apoyándose el film en el poder de sus imágenes y dejando que las acciones hablen por sí mismas.

Si bien por momentos la cuestión pierde ritmo y se empantana en planos descriptivos que parecen estirar más de lo recomendado el clima de suspenso, el film en su conjunto logra potenciar al máximo la infame leyenda popular y da forma a un relato que logra una enorme efectividad, aprovechando de la manera más inteligente todos los recursos a su alcance para plasmar en celuloide casi por primera vez a un monstruo autóctono de nuestra región.