El planeta de los simios: (R)Evolución

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

El mono tremendo

Uno de los términos que más se utilizan por estos días en la industria de Hollywood es reboot. Se trata, ni más ni menos, que de "revivir" una franquicia caída en desgracia y eso es lo que han hecho (muy bien) en este caso.

A la salida de la proyección de prensa, con varios colegas/amigos trazábamos unas metáforas y analogías caseras. Un reboot sería algo así como agarrar una computadora demasiado baqueteada y que, por lo tanto, ya anda lenta, borrarle el disco rígido completo, volver a cargarle los programas y pasársela a uno de nuestros hijos. Luego del desastre artístico y comercial de Tim Burton en 2001 (El planeta de los simios es, sin dudas, uno de los peores títulos de su filmografía), esta larga saga de películas y series quedó casi en el olvido.

Una década más tarde, resurge de sus cenizas en gran forma de la mano del inglés Rupert Wyatt (en su haber tenía un digno thriller carcelario como El escapista). O sea lo que uno de los mejores directores en actividad (Burton) había arruinado es recuperado por un realizador casi ignoto... Paradojas y curiosidades que ocurren en la gran familia hollywoodense.

En una temporada veraniega (hablo de los Estados Unidos, claro) dominada en este 2011 por muy discretos tanques (con los omnipresentes superhéroes y las múltiples secuelas a la cabeza), El Planeta de los Simios: (R)Evolución resulta un bálsamo, un oasis.

No estamos -a pesar de su título- ante ninguna obra (R)evolucionaria, pero sí ante un entretenimiento que funciona con fluidez durante sus 105 minutos, con un sólido acabado técnico (el eje es la performance capture que permite filmar movimientos de intérpretes de carne y hueso y luego animar y retocar esas imágenes vía computadora para transformarlos, por ejemplo, en los simios). En este sentido, la mejor "actuación" del film por lejos corresponde a Andy Serkis, quien "encarna" al mono César y que a esta altura ya merecería el Oscar en una nueva categoría por crearse: mejor actor digitalizado (cabe recordar que ya fue el Gollum de El señor de los anillos y concretó un trabajo similar en King Kong).

Ninguno de los personajes humanos alcanza tanta expresividad ni matices como César, el hiper inteligente simio nacido en un laboratorio y criado en el seno de un hogar que se convertirá en líder de la revuelta en la San Francisco contemporánea. Ni el científico idealista que hace el siempre exagerado y simpático James Franco, ni su novia que interpreta la bella e inexpresiva Freida Pinto, ni el padre del protagonista deteriorado por el Alzheimer (John Lithgow), ni los crueles guardianes de los chimpancés (Tom Felton y Brian Cox), ni el ambicioso jefe del holding farmacéutico (David Oyelowo) consigue asustar, divertir ni emocionar como lo hace el César de Serkis.

Esta precuela (en los títulos finales ya adelantan una secuela que transcurrirá en Nueva York) regala buenas set-pieces (como la secuencia en el Golden Gate de San Francisco), dignas pinceladas propias de la comedia negra y del terror (subgénero: virus + paranoia) y, si bien la cosa funciona bastante menos a la hora del romanticismo y de la relación padre-hijo, el film se sigue con interés y, a esta altura, hasta con entusiasmo. Quizás este largometraje de Wyatt merezca un puntito menos que el de esta calificación, pero ante tantas decepciones recientes encontrarse con una película así constituye una sana "anomalía". Bienvenida sea.