El padre de mis hijos

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Con una inusitada urgencia, y un discurso que fue parte de la agenda mediática recientemente, “El padre de mis hijos” (2018), la nueva realización del director Martín Desalvo (El día trajo la oscuridad, Las mantenidas sin sueño), propone en clave de comedia una mirada a los vínculos a partir del relato del descenso a los infiernos de Eva (Mora Recalde).
Recientemente separada, la mujer, deberá poder lidiar con sus deseos más profundos y los inevitables mandatos que le llegan desde amigas, sociedad en general, familia y unos padres de antología (Horacio Fontova y Mirella Pascual).
Mientras Eva nunca pensó en ser madre, al quedarse sola y con casi cuarenta años, el futuro que les vilusmbran los demás nada tiene que ver con aquello que le devuelve el espejo cada vez que se mira.
Aun así, en el apasionamiento con el que sus allegados quieren verla, se esconden siglos de ideas machistas que deben ser exorcisadas en el breve tiempo de duración de la divertida y entretenida propuesta.
Desalvo desanda los pasos de Eva con humor y exageraciones, otorgándole a Recalde, la protagonista absoluta del relato, una mayor cantidad de exposición mediática, lo que no implica que sólo se centre en ella.
Mientras la historia avanza, la búsqueda tiene que ver con el mientras de una otredad que detiene su mirada también en el variopinto grupo de personajes secundarios que acompañan, los que, aún más, refuerzan las líneas narrativas que componen “El padre…”.
El gag, el chiste, el slapstick y todos los punchlines habidos y por haber sobre el feminismo, su exposición, su necesario debate, abren el juego a un nuevo tipo de film, que no sólo juega y se divierte, sino que, principalmente, permite una reflexión posterior.
Se destaca la puesta y la fotografía, por su estilo visual de un preciosismo único, la película además de apoyarse en el talento y carisma de Recalde potencia, desde la estética casi Almodovariana, un relato que en manos de otro director bien podría haber caído en trazos gruesos y estereotipos.
Aquí todo es dicho con la misma potencia con la que se busca reforzar positivamente un mensaje que hace algunos meses ha comenzado a tomar cada vez más poder entre aquellos detractores acérrimos de los movimientos y pensamientos exacerbados.
En “El padre de mis hijos” todo es exceso y ostentación, aún a expensas de aquellos que se muestran más medidos en el relato (como ese alumno de Eva, interpretado por Santiago Margariños) y que terminan siendo víctimas de los ataques de la mujer en medio de su crisis existencial.
La película posee una frescura y desfachatez que logran trascender la anécdota de la mujer en busca de su horizonte, poniéndose encima a todas las mujeres para decir BASTA yo decido qué y cuándo.