El otro verano

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Rodrigo vive en las sierras cordobesas. Ahora administra unas cabañas para turistas que construyó su padre. Eso lo sabemos cuando Rodrigo comienza a abrirse con Juan, un adolescente que cayó en las sierras con su mochila y se quedó. Claro que antes hubo un pequeño incidente que cargó de culpas a Rodrigo y que luego lo llevó a aceptar que lo ayudara a mejorar las cabañas. De Juan sólo sabremos que vive con la abuela, a quien llama desde ese lugar diciéndole que ya llegó. En los primeros días las relaciones serán distantes. Tampoco Rodrigo, cuarentón solitario, es dado a las palabras. Pero el hecho de compartir momentos y trabajo predispone a hablar un poco de cada uno.

FILME LINEAL
Clásico filme en que se asiste al crecimiento psicológico y moral del protagonista, "El otro verano" está dirigida por un joven egresado de la Universidad del Cine que decidió filmar en Córdoba y ser acompañado por dos de sus intérpretes en "Puentes", su película anterior, Malena Villa y Juan Ciancio.
En "El otro verano" no habrá sobresaltos ni sucesos fuera de lo común. Sí reuniones en algún boliche de las sierras, alguna chica que atrae a Juan y con la que inicia algo así como un romance y cierto final intempestivo del que Rodrigo no es ajeno. Algunos paseos por la zona, la inquietud de un partido de fútbol con otros conocidos de Rodrigo y también la pesca. Cosas pequeñas que a veces pueden volverse tediosas. Casi pareciera que no pasó nada. Que todo sigue igual, pero los sentimientos serán distintos y la vida se prepara para algún asalto mayor.
Buen nivel formal y un reparto en el que se destaca Guillermo Pfening.