El otro hermano

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Luego de cuatro años, Israel Adrián Caetano, regresa al cine con una adaptación de la novela de Carlos Busqued, Bajo este sol tremendo, a la que, una vez finalizada la filmación cambió el título por el de El otro hermano. De esta manera se adentra en el cine de género manteniendo su particular mirada.
Daniel Hendler interpreta a Cetarti, personaje urbano que llega al pueblo de Lapachito, Chaco, para reconocer los cadáveres de su hermano y su madre, asesinados brutalmente por la pareja de la última, un policía de la zona que luego del hecho se suicidó. Leonardo Sbaraglia es Duarte, un compañero del policía y asesino, que acompañará a Certarti en los trámites del reconocimiento y cremación de los cuerpos.
Duarte tiene una personalidad extrovertida y avasallante, y no dudará en proponerle a Certarti usar sus contactos para que este pueda cobrar un seguro por las muertes, haciéndolo pasar como discapacitado. También se unirán en un conflicto por la vivienda. La anterior pareja del asesino interpretada por Ángela Molina, y el hijo de esta, querrán reclamar por lo que creen que les corresponde.
El otro hermano es un relato sucio, el avance de la historia pliega y repliega capas de misterio enrarecido en el que se derivará en hechos que en un primer momento pueden parecer insospechados. Como lo demostró en su filmografía anterior, y en sus trabajos televisivos, Caetano, que se encargó de adaptar co-escribiendo el guion junto a Nora Mazzitelli, tiene una visión muy particular de lo que se podría denominar gente fuera del sistema.
Los personajes de sus obras suelen ser marginales, de códigos y moral dudosa, y no temen embarrarse en bajezas; y El otro hermano está lejos de ser una excepción (como lo pudo ser Francia). Certarti es un ex empleado de la administración pública, despedido directamente por no ir a trabajar.
Tiene el plan de emigrar a Brasil, y necesita conseguir dinero, rápido y fácil. No hay demasiados pruritos a la hora de aceptar los negocios turbios de Duarte, ni en vender todo lo que pueda de la casa que ocupaba su madre y su hermano, relacionándose con un revendedor (Pablo Cedrón), también de escasos principios. Marta, esa mujer carcomida por el abandono, y su hijo; también pertenecen a un bajo mundo en el que ella supo ser la belleza del pueblo y ahora luce totalmente abandonada y codiciosa, y él solo piensa en dónde puede conseguir porro.
Y mejor ni hablemos de Duarte… Pero El otro hermano es también un relato sucio en cuanto a sus resultados, la historia, que irá mutando e intenta de este modo atrapar al espectador en un espiral de misterio sorpresivo, presenta más de un bache, asuntos que no tienen una resolución lógica, y una construcción de personajes que van del trazo grueso a la mera imposición del guion.
Cetarti, nunca termina de encajar en la historia más que como un observador. Mientras que la historia deriva en algo bastante diferente a lo que se expone en un inicio, Cetarti no entra en esa historia derivada que incluirá a otros personajes como una mujer que acaba de cobrar un dinero importante interpretada por Alejandra Fletchner, y que terminará por ser el centro de lo que se ve.
Mientras, sin demasiada relación alguna, el supuesto protagonista (por imposición de tiempo y espacio) se limita a desprenderse de todo lo que puede en transacciones de baja calaña con el revendedor, y a acomodarse al estilo de vida que Lapachito parece ofrecer como única salida según la visión de Caetano. Recién en el muy último tramo, el personaje cobra sentido.
Lo mismo podríamos decir de Marta. Con rubros técnicos cuidados, y una música incidental correcta – aunque termina perdiendo efecto por insistente – El otro hermano presenta un rigorismo formal que lo acerca a los más ambicioso, por lo menos en cine, de su director. Aquí podremos encontrar a los Coen de fines de los ’80 y principios de los ’90; a El Clan de Pablo trapero; y hasta alguna lejana inspiración de Spaguetti Western, las inspiraciones son notorias.
También es de destacar el rubro interpretativo; salvando un Daniel Hendler al que, como siempre, cuesta sacar de sí mismo, y quizás no sea la mejor elección para el papel; el resto, está en un nivel altísimo. Sbaraglia, Cedrón, Molina y Fletchner logran caracterizaciones que terminan siendo, por lejos, lo mejor de la propuesta. El otro hermano es un thriller fallido, su guion presenta una estructura con fisuras notorias, una construcción de personajes con falencias, y un ruido ideológico por lo menos llamativo.
Los aciertos en materia técnica e interpretativa no alcanzan para cubrir el lado negativo, por el contrario, refuerzan la idea de una oportunidad perdida.