El niño y la bestia

Crítica de Maximiliano Barbalace - El Lado G

La diversidad de géneros en el país del sol naciente brindan siempre un abanico de gustos para todas las personas que muestren interés en ello, lamentablemente muy pocas llegan a las salas argentinas pero no quita que cada tanto se cumpla la cuota con alguna joya de aquel país. Por ello mismo es una grata sorpresa ver la llegada del “Niño y La Bestia” última obra de Mamoru Hosoda (“Summers “Wars”, “Niños Lobos”) que cumple con la formula básica del cine de género fantasioso, un conflicto heroico, drama familiar y una moraleja que puede partir en dos el alma del espectador.

El Venerable Maestro busca un nuevo heredero, por ello mismo ha elegido dos potenciales sucesores: El aplicado y popular, león Iôzen y por el otro lado está el marginado y furioso Kumatetsu, un temperamental oso-mono que no tiene ningún aprendiz a su cargo por su mala reputación, condición fundamental para poder competir con su rival. Mientras en el mundo terrenal se encuentra Ren un niño de 9 años que ha escapado de casa luego de que su madre falleciera y su padre perdiera la tenencia. Mientras vagaba por la ciudad escapando de la policía, la bestia encuentra al joven que le propone unirse a él. Finalmente el niño lo persigue a través de los callejones de la ciudad para encontrarse en un mundo gobernado por animales antropomorfos. De ahí hacia delante la vida de Ren, ahora bautizado Kyûta, estará unida a su maestro en una travesía llena de risas y lágrimas con un final que los dejara unidos por siempre.

Hosoda, en su cuarto film, recrea una vez más la atmósfera de humanos/animales que le funcionó en Summer Wars y Los Niños Lobo, y retoma elementos como el torneo de combate y el conflicto de crianza para fundirlos en un solo argumento. Predomina en El Niño y la Bestia la temática de “hijo del corazón”, con personajes carismáticos y una gran profundidad y desarrollo.
La animación empleada mantiene rasgos característicos del director: elementos 2D sobre ambientes tridimensionales junto a recreaciones de sitios reales. El diseño de personajes mantiene el estilo habitué que combina seres antropomórficos con diferentes oficios

El cine japonés mantiene un público fanatizado por toda la cultura nipona junto a un creciente grupo de espectadores que de a poco se sumerge en un genero reverenciado por tantos. El Niño y la Bestia se deja apreciar por cualquier espectador que esté dispuesto a sumergirse en el cine animado que Hosoda propone. El film lo podrán disfrutar los más chicos, por la inocencia de la historia, y los adultos, por el contenido de su moraleja: una historia para todas las edades.