El muñeco diabólico

Crítica de Lara Luna de Bettin - Multiverso Pop

Los muñecos asesinos son una de las inversiones más extrañas que Hollywood sacó de su sombrero este 2019. El reboot de Chucky: el muñeco diabólico (Child´s play, 1988), es como lo esperábamos y más, lleno de gore, asesinatos y un nuevo muñeco para adoptar.

Dirigida por Lars Klevberg y escrita por Tyler Burton Smith, está versión de Chucky: el muñeco diabólico (child´s play 2019), nos presenta un Andy (Gabriel Bateman) que recibe su “Buddi” de su madre Karen (Aubrey Plaza) para que sea su nuevo amigo, porque tras una mudanza y un padre muerto, Andy no puede hacerse amigos y solo puede interactúa en los pasillos con el detective Mike (Brian Tyree Henry) quien trata de formar una amistad con el.

Karen adquiere uno de los Buddis en su trabajo en el supermercado ya que su anterior dueña lo devuelve alegando que “sus ojos se estaban volviendo rojos”.

Como buen preadolescente a Andy ni siquiera le gusta el regalo, se siente muy maduro para un muñeco y además ya hay una versión en el horizonte, el Buddi 2 (¿se.cue.la?). Pero es Chucky (con la voz de Mark Hamill) quien persiste en comunicarse con Andy. Buddi es un muñeco diseñado para ser tu mejor amigo sin importar qué.
Andy parece encariñarse con él y logran tener su momento de bonding (en un pequeño montaje que todos amamos), donde Andy le muestra a Chucky cómo lavarse los dientes, jugar un juegos de mesa o le cuenta sus desdichas tratando de volcar botellas de cerveza en el almacén de la esquina
Con el tiempo, Chucky ayuda a Andy a hacerse amigo de dos vecinos del edificio, Pugg (Ty Consiglio) y Falyn (Beatrice Kitsos), porque Chucky puede decir malas palabras y asustar adultos indeseables.

Es cuando la gente comienza a interponerse a la felicidad de Andy, como el novio nuevo de su madre, Shane (David Lewis), que Chucky desata la carnicería que esperábamos, aunque esta vez es por amor y no por ser poseído por un asesino; él solo quiere proteger a Andy. Sin embargo, este no es un Buddi tradicional, además de poder maldecir y de asustar adultos, este Buddi puede aprender y asociar. Lo cual resulta ser una situación embarazosa cuando, tras observar a Andy y sus amigos reírse de La masacre de Texas, busca copiar la película y amenazarlos con un cuchillo. Andy se enoja con Chucky ante tal actitud y Buddi no sabe cómo reaccionar ante ello, mostrando hasta tristeza ante no lograr hacer a su Andy feliz.

Sin quererlo, hace que la vida de Andy sea un infierno y, a medida que los cuerpos comienzan a acumularse, Andy se vuelve loco buscando que alguien le crea que Chucky es quien está desatando semejante carnicería.

La historia original de Don Mancini se actualiza en 2019 de dos maneras:

Chucky es ahora el producto de un grupo al estilo de Skynet de Terminator llamado Kaslan, y puede conectarse a casi cualquier cosa con señal de Wi-Fi, incluidos televisores, otros juguetes autos, drones, etc. Básicamente todo lo que se conecte entre si.

Pero está remake de Chucky: el muñeco diabólico comienza a sentirse como un capitulo de Black Mirror que se mezcló con Chucky. Se propone una premisa futura un poco más creíble en cuanto a cómo podría existir un Chucky real: sin hechizos de vudú ni transferencia de alma.

Chucky: el muñeco diabólico es uno más de esos remakes modernos de terror que están apareciendo en los últimos años, pero este aparece con una idea más inspirado e incluso cuenta con un casting que demostró que no todos los remakes pueden fallar. También ayudan a crear un pequeño mundo de apartamentos de personas solitarias, en el que nos simpatizamos con el dolor y las frustraciones de Andy, e incluso con las decisiones de Chucky.

Mark Hamill, prestando su voz al muñeco maldito, tiene la tarea de llenar unos zapatos muy grandes ante a la actuación de Brad Dourif ,quien siempre definió junto a su carcajada a la franquicia de Chucky, pero esta versión es claramente muy diferente. El Buddi de Hamill es más como un niño inocente y caprichoso, Y no tiene el colorido vocabulario de la encarnación de su predecesores. Esta visión de Chucky se completa con un muñeco que en un primer instante puede generarte dudas, pero mientras más pasa la película más llegas a aceptarlo. Y hay que remarcar con creces la inclusión de la música que va más allá para crear un ambiente en el que Chucky se siente espeluznante, con la melodía creada por Bear McCreary acompañada de Hamill cantando “Buddi Song”.

En definitiva, esta nueva entrega nada tiene que envidiarle a la nueva serie a estrenarse por el canal SYFY en el 2020, es entretenida, novedosa y te deja con ganas de ver más. Pero no nos olvidemos que este remake está considerado “R”, porque este Chucky no se queda atrás de sus otras encarnaciones, logrando una matanza digna de este tipo de películas, con un final que ninguna de ellas se atrevió a lograr. Si hacen más Chucky así, lo quiero conmigo hasta el final.