El mundo según Barney

Crítica de Damián Serviddio - Suplemento Espectáculos

La vida normal del aparentemente normal Barney Panofsky esconde más de lo esperado. Desde el siglo XXI, donde un anciano Barney se encuentra solo, con algunos problemas para ubicarse en el tiempo y con falta de memoria, viajamos hasta la Roma de 1974, donde toda esta historia tiene su comienzo. Contada desde el punto de vista del protagonista (la traducción del título original “Barney’s version” hace referencia a este concepto) la versión oficial indica que su vida se rigió por ser un tipo común, albergando a un insatisfecho crónico con todas sus decisiones tomadas, incluso sus tres matrimonios. La desesperación y el menosprecio son los motores de su vida hasta que conoce a la mujer ideal el mismo día en que él acababa de pasar por el altar con su prometida.

Basada en la premiada novela de Mordecai Richler, El Mundo según Barney fue nominada al Oscar a mejor maquillaje, ganó el premio del público en el festival de San Sebastián y le valió a Paul Giamatti el Globo de Oro al mejor actor en comedia (ironías aparte teniendo en cuenta que, en su mayor parte, el filme no pertenece a dicho género). Hay que mencionar que el personaje que le tocó en suerte a Rosamund Pike (la tercera esposa del indeciso hombre) tampoco es de sencillo abordaje, estando a la par de su coequiper masculino. Mucho menos convincente es la participación de Dustin Hoffman, quien parece esta estancándose en un estilo de personaje que le sale sin esfuerzo y que le requiere poco compromiso: el del padre canchero, casi desubicado, que brinda consejos liberales por doquier sin que ni siquiera alguien le haya pedido su opinión.