El mensajero

Crítica de José Tripodero - A Sala Llena

Reportero del infierno

El Mensajero (2017) es un documental que recorta la vida de Robert Cox, periodista británico y otrora director del Buenos Aires Herald, en los primeros tres años de la última dictadura militar argentina. Cox, quien llegó al país en 1969, pasó de ser redactor a dirigir el periódico, que si bien se imprimía y distribuía en Buenos Aires, el enfoque estaba circunscripto a los asuntos de la Corona Británica sin ocuparse de los sucesos y acontecimientos que se desarrollaban en Argentina. Bajo su dirección, el Herald se ocupó de la realidad violenta que vivía el país durante la década de 1970, cuyo quiebre en marzo de 1976 se produjo con el golpe de estado por parte de la junta militar liderada por Jorge Rafael Videla.

El documental del australiano Jayson McNamara es una nueva perspectiva para abordar la década más sangrienta de la historia reciente argentina, desde la mirada periodística y su costado asistencialista para otorgarle voz a aquellos que clamaban por respuestas justísimas a preguntas como: “¿Dónde están nuestros hijos?”. La vida de Cox, que se asomaba en los primeros minutos del relato como el vector de la película, se acomoda a un lado para dar lugar a la labor concentrada entre 1976 y 1979, año en el que debe abandonar el país ante la amenaza inminente de la Junta Militar y de los Montoneros. Si bien el periódico gozaba de cierta libertad -involuntaria por tratarse de una publicación en inglés-, la orden de los dictadores era que no se escribieran sobre los “actos de gobierno” que implicaban la desaparición forzada de personas. Las Madres de Plaza de Mayo encontraron en el Herald un canal de expresión y de difusión sobre la realidad ocultada del país.

El documental no santifica por completo la labor de Cox sino que expone también su costado polémico acerca de sus ideas iniciales sobre el Golpe de Estado que, rápidamente, desvaneció de su imaginario cuasi idealista sobre una posible pacificación, que acabaría con la guerrilla y la violencia social. También es cierto que el racconto sobre el mandato familiar del británico en la milicia se adosa como un parche de justificación, un segmento personal que no vuelve a repetirse. El correlato familiar se disipa en el relato como la esperanza de Cox y el nuevo gobierno de facto. El raro material de archivo que muestra, por ejemplo, a un policía bailando en el medio de la calle junto a varios civiles en la previa de la final del Mundial 78 evidencia la demencia de esos años, que además funciona en varios pasajes como ilustración de una época. Hacia el final, la figura del protagonista se cuela en la góndola del homenaje; la construcción de un personaje fundamental para el periodismo en un período de peligro permanente pero con las contradicciones y grises también necesarios para entender lo sucedido.