Infiltrado del KKKlan

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Una de esas películas que son necesarias, que se necesitan ver en los cines y que los espectadores van a recordar por muchos años haberla visto.

En septiembre del 2017, Spike Lee firmó para dirigir una película biográfica basada en la memoria escrita por Ron Stallworth y su experiencia con el Ku Klux Klan. El proyecto se presumía que sería sumamente ambicioso ya que traía entre muchas otras cosas, el esperado regreso de Lee a la silla de director. En esta obra, Spike encontró la pieza que le faltaba para hacer una carta de amor a la libre expresión, a la igualdad de derechos y al famoso “black power”, entonado en la década de los 70 por entre otros, el grupo activista afroamericano de los Panteras Negras. Ahora después de más de un año de trabajo silencioso, el estreno de la nueva película de Spike Lee llega a nuestros cines, luego de haber sido premiada a lo largo del mundo entero en diferentes festivales y habiendo generado uno de los boca en boca más grandes de los últimos tiempos. Con ustedes, Infiltrado en el KKKlan (BlackKklansman), una verdadera obra de arte.

La película cuenta la historia de Ron Stallworth (John David Washington), un joven afroamericano que toda su vida soñó con ser detective y ahora, recién recibido de la academia de policía de Colorado Springs, se convierte en el primer hombre negro en ejercer la profesión de policía en esa parte del estado de Colorado. Obviamente por la coyuntura que lo envuelve, Ron deberá convivir con el mal trato constante de sus pares y sus superiores. Pero sus ganas de cumplir su sueño son tan grandes, que decidirá plantarse de igual a igual ante su jefe para poder trabajar como agente encubierto. Para demostrar que él tiene lo que se necesita para ocupar el puesto, no tiene mejor idea que hacerse pasar por un hombre blanco antisemita y enlistarse en el Ku Klux Klan local y desmantelarlo desde sus entrañas. Como no puede hacerlo solo, Ron deberá pedirle ayuda a su compañero judío, Flip (Adam Driver), quién se hará pasar por él cuando los integrantes de “La Organización” lo quieran conocer. Ron y Flip deberán ingeniárselas para hacer el plan perfecto y así derribar al Ku Klux Klan desde sus entrañas, en una misión suicida.

No hay dudas de que a Spike Lee el rotulo de director le queda chico. Lee, es uno de los tantos grandes autores que han sabido expresar sus ideales y sus diferentes visiones sobre el mundo, la historia y la sociedad en una película y este es su nuevo ejemplo. BlackKklansman es un lujo total y completo, que logra entrelazar el dramatismo y la sátira de una forma totalmente orgánica y perfecta. La estructura de la peli logra generar un ambiente incómodo pero adictivo al mismo tiempo. Entre todas sus virtudes el film juega permanentemente al cambio de tono. Se genera suspenso, se genera tensión, hay humor, hay concientización social, hay discurso político, hay romance, hay de todo. Y todo construido de una forma tan verídica que realmente da placer. Por otro lado, Spike Lee brinda una lección de cómo se tienen que manejar los tiempos de una cámara, lo fundamental del montaje en una narración y como la fotografía puede enamorar desde el primer plano de una película.

Las actuaciones están al mismo nivel que la obra y esto se da gracias a la gran capacidad de sus protagonistas. La dificultad de encarar papeles tan profundos y a la vez tan simpáticos por parte de John David Washington y Adam Driver convencen desde el primer momento que entran en escena. También los personajes secundarios están maravillosamente construidos e interpretados. Se puede generar odio, empatía, cariño y hasta camaradería con ellos y es por eso que en papeles generales, todos cumplen con su trabajo a la perfección.

Infiltrado en el KKKlan, es una de esas películas que son necesarias, que se necesitan ver en los cines y que los espectadores van a recordar por muchos años haberla visto. La peli tiene un mensaje político bastante explícito y lo que quiere decir es bastante claro, transmitido de una manera muy intensa,y es que después de más de 40 años, y de tanta agua que ha pasado bajo el puente, ese mensaje es el mismo pero impulsado cada vez por más voces. Todo el poder, para todo el pueblo. No importa el color de la piel, la religión o la orientación sexual. Todos somos personas y nuestros derechos deben ser cumplidos y nuestras vidas, respetadas.