Infiltrado del KKKlan

Crítica de Santiago García - Leer Cine

La historia transcurre en 1979, donde Ron Stallworth se convierte en el primer policía negro de Colorado Springs. Ron y su compañero Flip Zimmerman, encaran una misión completamente inusual, infiltrarse en el Ku Klux Klan. Utilizando a Ron al teléfono y a Flip en persona, armar un plan bastante absurdo pero real para conseguir su objetivo. Eso es lo que cuenta BlacKkKlansman, la nueva película del realizador Spike Lee, protagonizada por John David Washington y Adam Driver.

En 1989 Spike Lee realizó la película Do the Right Thing (Haz lo correcto fue su título en Argentina donde, increíblemente, primero se estrenó en video y luego en cine). No era su primera película, pero fue el titulo que di o a conocer su cine en todo el mundo. Y otra rareza: no fue nominada al Oscar ni a mejor película ni a mejor director, Lee se conformó con la nominación a guión original y Danny Aiello mejor actor secundario. ¿Qué película ganó el Oscar ese año? Conduciendo a Miss Daisy, un verdadero disparate y casi una provocación para Spike Lee. Hablamos de cine, no de contenido ideológico, por supuesto. Si de ideología se trata y, más aun, de corrección política, la Academia se ha ido desesperando por cumplir con todos y hoy en día Spike Lee pasó de ser un paria a tener todas las chances del mundo para ganar el Oscar a mejor director y, tal vez, también mejor película. Hoy, faltando algunos meses para las nominaciones, es casi seguro que la película tendrá por lo menos un puñado de ellas.

Spike Lee no tiene la culpa, seamos sinceros. Él ha hecho un cine preocupado por el racismo, la tensión social, las injusticias con los afroamericanos en Estados Unidos y también como estos han sido representados en la cultura de su país desde siempre. Pero Spike Lee tampoco es aquel cineasta revulsivo e incluso intolerante de sus comienzos. Infiltrado del KKKlan tiene del realizador de Malcolm X su destreza narrativa y sus trucos visuales que son una marca de fábrica. Pero su revulsión se perdió en el camino. Antes su cine era incómodo, ahora está perfectamente instalado en lo que los premiadores culposos necesitan. Y se nota, no es especulación, se nota que se volvió manso, que en lugar de criticar la coyuntura que lo beneficia de forma forzada, se dedica a la barricada de criticar al presidente que toda la Academia odia y que por lo tanto lo tendrá a Spike Lee como perfecto abanderado en la temporada de premios. En el festival de Cannes la aplaudieron de pie. Sí, el mismo festival que premió a Michael Moore años atrás, a los franceses les encanta cuando los cineastas norteamericanos hacen panfletos contra su propio país.

Dicen que Infiltrado del KKKlan es una comedia. No es cierto. No es comedia porque apenas si hace reír en un par de momentos (cualquier drama del Hollywood clásico tiene diez veces más momentos de humor) y porque además cualquier simpatía del final -que sí es simpático- es destruida y arruinada con un agregado anti Trump que ni Pino Solanas en Argentina se hubiera atrevido a hacer. Spike Lee no se da cuenta que ha ganado la batalla ideológica y rompe sus logros con ese final. Lo que pudo ser una película atemporal, trascendente, que combina el gran oficio de Spike con su fuerza política, se deshace para obtener el favor del público y los premios.

La lucha de Spike Lee contra el racismo a través de buenas películas ha tenido un enorme valor cultural, pero siempre y cuando se tratara de buenas películas. Ha tenido mejores y peores momentos, incluso algunos de sus films parecen abiertamente racistas, no solo sus personajes. Tal vez le llegó la hora de ser reconocido por su trayectoria, ojalá pudiéramos entender que se trata de una época de premios forzados, no siempre vinculados con los méritos artísticos. Esto no anula su carrera ni lo convierte en un mal cineasta, aunque esta vez haya hecho una para la tribuna.